Ser obedientes en clase, dejar de usar el chupete y no discriminar a ningún compañero por su raza. Sus Majestades culminaron ayer su visita a la ciudad en su tradicional cabalgata con un claro alegato al civismo. Al parecer, este año desde Gijón se han enviado más cartas y mensajes que nunca, destacando sobre todo los interesados en tener un patinete. que han aflorado por cientos en la ciudad en los últimos meses. Este vehículo, además de que a nivel logístico complica un poco el sistema de reparto de regalos, tenía ayer un poco inquieto a Baltasar. "Conducid bien y no atropelléis a los peatones", bromeó.

Una vez terminada la cabalgata, lo primero fue aplacar los nervios. Según explicó Gaspar desde el balcón consistorial, los pequeños fueron especialmente cariñosos este año, y además de los besos en la mejilla, a su majestad también le cayó algún "abrazo de los de no respirar" y más de un "tirón de barba". Su discurso dedicó también un mensaje especial a la familia de José Manuel Salán, un conocido colaborador en la Cabalgata que falleció hace unos meses, que también se coló en el discurso de Melchor cuando reconoció que este año el grupo había tenido que hacer frente a un "duro revés".

Baltasar puso la nota cómica y recordó que el año pasado habían recibido una avalancha de chupetes de niños que se habían propuesto dejar de usarlo, aunque no parece que la fuerza de voluntad haya durado mucho. "He visto que hay algunos que no han cumplido su promesa, pero seremos buenos con ellos porque sabemos que lo van a volver a intentar", les tranquilizó. Como Melchor y Gaspar reivindicaron la importancia de obedecer a los padres y los profesores, Baltasar se quedó con otra petición de civismo: "Siempre os pido que recordéis que las razas no son símbolo de diferencias; las diferencias son la desigualdad, la pobreza y la miseria".

La ciudad llevaba todo el día pendiente de Sus Majestades, que este año recuperaron su tradición de llegar por mar hasta el Puerto Deportivo. El recibimiento fue multitudinario -los asiduos no recordaban a un público tan numeroso en la sesión de la mañana- y exigió un esfuerzo extra por parte de padres y abuelos, que se tiraron la hora y media de bienvenida corriendo por las inmediaciones de El Marqués y el Ayuntamiento para coger un buen sitio.

La afluencia, sin embargo, complicó el acceso de personas con movilidad reducida como Alberto Lugones, un joven de 15 años con parálisis cerebral. Su familia lleva años acudiendo a la plaza y lamentan no haber sido nunca informados de la existencia de un espacio reservado. "Muchos padres, en vez de ayudarnos, nos dicen que teníamos que haber madrugado más", aseguró su madre, Mar Zapico. Horas después, Divertia contó con ella para garantizarles que el año que viene tengan un hueco garantizado en primera fila.