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AIDA SANDOVAL | Escritora, acaba de publicar la novela "Golpes de memoria"

"Frente al amor, la amistad y la lealtad parecen secundarias pese a su poder"

"Hay que decir, de manera triste, que en la Asturias de hoy aún quedan restos de aquella otra caciquil de la que hablo en esta segunda novela"

Aida Sandoval, con un ejemplar de su novela. MARCOS LEÓN

A Aida Sandoval, que es de la generación que nació con la Carta Magna que ha hecho de España un país homologado a los de su entorno europeo, le gusta contar historias. Una vocación que ha ido cultivando, a su manera y sin prisas, alejada de los círculos literarios pero atenta a las novelas y los libros con que ha reforzado esa querencia suya por la escritura. Acaba de publicar su segunda novela, "Golpes de memoria" (Difácil). Una obra que llega cuatro años después de "La luz de mi propia sombra" y en la que traza la peripecia vital de una serie de zarandeados personajes en la Asturias que va desde finales del siglo XIX hasta la posguerra española. Una narración cosida con muchos hilos gijoneses.

-¿Cuál es el origen de "Golpes de memoria?

-La idea primera de esta novela tiene por lo menos una década. Ha sido una historia que fue desarrollándose poco a poco. Y tiene que ver un poco con mi propia formación como lectora. Empecé a leer con algunos de los libros que venían del realismo mágico latinoamericano: García Márquez y "Cien años de soledad", que me dejó muy marcada, pero también Isabel Allende. En mi novela no hablan los muertos, no ocurren cosas así, aunque está esa influencia de las sagas familiares, que siempre me atrajeron. Lo que yo he querido contar en "Golpes de memoria" es la historia de una familia que no es resultado, necesariamente, de los lazos de sangre y sí de personas que se van juntando un poco por necesidad: el miedo a la soledad. por ejemplo.

-Odios, traiciones, amores, desamores... "Golpes de memoria" es cóctel de sentimientos fuertes.

-Pero también he querido contar una historia en la que la amistad tiene un papel bastante importante. Frente al amor, la amistad parece algo secundario. Y, sin embargo, creo que, junto a la lealdad, son fuerzas ciertamente poderosas. Y es una novela en la que los protagonistas son hombres, aunque están detrás mujeres que mueven los hilos. Así que yo diría que los grandes temas de esta historia son los de la amistad y la lealtad, sentimientos que considero de la mayor importancia.

-Localiza la novela en Gijón...

-Sí, porque es lo que mejor conozco. Hay cosas que tienen que ver con mi memoria de la infancia, cuando oía, por ejemplo, hablar del tranvía de la ciudad. Son recuerdos, cosas que he ido sumando. He querido vivir siempre en la Plazuela, y lo he conseguido. Quizás he querido contar demasiadas cosas.

-Su novela abarca un período de más de medio siglo.

-Casi ochenta años si tenemos en cuenta algún dato que incluye la obra. Quizás es un espacio de tiempo largo, pero tenía esa necesidad. Quería contar las diferencias sociales de toda una época; esa enorme distancia que había si nacías terraniente o trabajador. Y hay una convicción de fondo: somos lo que hemos vivido; por tanto, no es lo mismo nacer en una familia acomodada que si eres un humilde trabajador. Algo que me ha impresionado mucho de Gijón desde que empecé a conocer ese espacio, es la Ciudadela. O sea, he querido sacar todo ese mundo en mi novela.

-¿Se ha tenido que documentar mucho para contar el fondo histórico sobre el que se desarrolla su historia?

-Sí, mucho. Pero me sirvió para descubrir mucho que ignoraba. Han sido bastantes años de escritura en los que he ido conociendo cosas que he querido introducir en la narración, como la revuelta de las mujeres de Cimavilla. Más allá del resultado de la novela, que a mí me gusta, he disfrutado y aprendido muchas cosas.

-Elige como hilo conductor de la novela a un periodista de vida un poco airada, Marcos Gallart, ¿por qué?

-Es un personaje que, por su forma de ser, va juntando al resto de los que protagonizan la novela y, digamos, que alrededor de su vida van surgiendo los otros. Es alguien que va dejando cadáveres por el camino, sin darse cuenta que el primer cadáver es el suyo. Es un personaje importante, pero quizás hay más nobleza en Francisco Fanjul. Lo que trato de reflejar es el poder que empieza a tener (a finales del siglo XIX) la prensa. Quizás esa influencia ha ido disminuyendo a partir de mi generación, pero en la de mis padres es todavía muy evidente y muy fuerte. Y si hablo de la de mis abuelos, pues lo que leían en el periódico era palabra de Dios. Gallart es un personaje complejo, un superviviente sin valores claros, muy definidos.

-¿Queda aún algo de la Asturias que retrata en "Golpes de memoria" o es una historia del pasado?

-Hay que decir, tristemente, que aún quedan restos de aquella Asturias caciquil. No a los niveles de aquellos años, claro, pero porque tampoco la gente es igual ya que entonces. Afortundamente, el acceso de los hijos de los trabajadores a la educación ha cambiado para bien las cosas. La educación es la palanca que cambia el mundo. Ahora bien, es cierto que quien tiene mucho dinero y poder aún puede manipular a las personas.

-¿Cómo ha cambiado la escritora Aida Sandoval desde "La luz de mi propia sombra" a "Golpes de memoria"?

-Bastante. Creo que he madurado mucho. No reniego de lo que he hecho, porque todo cuenta. Lo cierto es que cuando acabé "La luz de mi propia sombra" ya había comenzado a escribir esta otra novela. Tanto la historia como yo misma nos hemos tomado nuestro tiempo para que la historia fuera saliendo.

-¿En qué sentido dice que ha madurado?

-Bueno, creo que me tomé en serio lo de aprender a escribir. Y en ello sigo, pero estoy orgullosa de lo que hago. Ahora me siento más suelta, más segura de lo que escribo. Los años y el tiempo sientan bien. Lo que a mí me gusta es escribir historias, plasmarlas en un papel.

-Una escritora vocacional que saca tiempo de las horas que le deja su trabajo en el sector agropecuario. En ese sentido, ¿qué consejo puede dar a personas como usted, a las que les gusta escribir pero que halla dificultades para abrirse camino?

-No doy consejos. Para mí escribir es una necesidad; mucho más que un placer, aunque también disfruto con la escritura. Tienes que sacar tiempo. Y, luego, cada uno tiene que buscar su camino, decidir si publica o no.

-¿Dedica muchas horas a su obra de ficción?

-Es complicado, porque está el trabajo y la familia. Aprovecho el tiempo lo máximo que puedo. Hasta cuando paseo el perro voy dándole vueltas a los personajes, a ver cómo puedo trabajarlos mejor.

-¿Está con otra novela?

-Sí, aunque estoy también a la espera de ver cómo funciona ésta. La historia que estoy escribiendo está ambientada a finales del siglo XIX, también en Gijón, y protagonizada por un indiano. Hay muchos indianos que se quedaron en el camino.

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