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"Bajamar" en la escalera ocho

El editor César G. Santiago lleva los libros de su sello de poesía a la calle con un trato cercano: "Cualquier 'requexu' vale para divulgar"

César García, tercero por la izquierda, con algunos de los poetas cuyos libros ha editado.

Se ve a sí mismo, apenas un chaval, absorto en las páginas de la "Gran Enciclopedia Asturiana". Desde aquellos días adolescentes, César García Santiago hizo del editor de esos tomos ilustrados y en papel couché, Silverio Cañada, fallecido en 2002, algo así como un maestro lejano al que emular. Y en esa empresa está. Maestro de escuela que dejó las aulas por las galeradas, lleva una década larga en la poco reconocida misión de editar libros. Su sello está en un centenar de títulos de variado asunto: del "guaje" Villa al inolvidado Preciado, pasando por cómics como "Domno" (su estreno editorial) o volúmenes como "Cousas del mio pueblo". Pero de lo que él se siente quizás más orgulloso es de la colección "Bajamar", que puso en marcha hace algo más de tres años. En este tiempo ha publicado cuarenta y dos poemarios, con un sesenta por ciento de autores asturianos. No es un editor al uso. Patea la geografía asturiana con su carga de versos y su puesto libresco empieza a ser una imagen habitual, en los días de buen tiempo, en la escalera ocho del Muro, junto a la playa de San Lorenzo. Ha hecho una devoción del trato con el lector y de las reuniones o recitales "bajamaristas" con sus autores.

"Cualquier 'requexu' es bueno para divulgar la poesía; conozco a mucha gente que teme entrar en las librerías, pero en la calle se interesan por los libros", explica. Acaba de publicar "Viento a favor. Primera antología bajamarista (2016-2019)", donde reúne textos de una treintena de sus autores: de Juan Ignacio González a Aurelilo González Ovies, pasando por Yasmina Álvarez, Vicente García o Carlos Iglesias. "Llevamos más de una docena de encuentros 'bajamaristas'; los poetas se conocen entre ellos, charlan, y es como si todos formáramos una familia". Tiene la divisa de que "Bajamar" es "algo cercano y mucho más que un proyecto editorial".

Nacido en Oviedo en 1979, César García Santiago pasó varios años en Grado (sus primeros libros salieron bajo el sello "La Cruz de Grado") y Ribadesella, hasta que se asentó en 1996 con su familia en Gijón. "Trabajé como maestro, pero mi apuesta ha sido siempre la de editar libros, que es lo que más me gusta", dice. Ha tenido épocas malas, pero está persuadido de que hay lugar para los libros de versos. "Creo que hay lugar para la poesía; se lee cada vez más", sostiene. Y añade: "Es más difícil que te hagan caso fuera, pero aquí, en Asturias, al menos te dejan probar".

Las ventas de "Bajamar" no son para hacerse rico, ni mucho menos. Algún título ha vendido hasta seiscientos ejemplares, lo que no está nada mal para un libro de poesía. César García Santiago ha hecho virtud de la resistencia y considera que las transformaciones tecnológicas le han ayudado a sobrevivir en el saturado mundo de las novedades editoriales: "Las ediciones digitales me permiten ajustar las tiradas y fijar unos precios competitivos; han sido mi salvación, y también que hago yo directamente la distribución". Y más: "Mis libros llegan seguro allí donde me los piden. Si no tienes muchos gastos, da para ir tirando".

Tímido, paciente, bienhumorado, deja claro que tiene un gran "respeto" por los autores a los que edita. Le gusta que sus poetas estén atentos al proceso que va desde la entrega de un original hasta la publicación del poemario. Confiesa que ha aprendido de los "errores". Tiene planes: hay nuevos títulos para "Bajamar" y seguirá fiel, con sus versos, a la escalera ocho.

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