A ojos del sacerdote del suroccidente asturiano Gonzalo Mazarrasa, uno de los problemas de la religión cristiana en la actualidad es que muchos sacerdotes cuelgan el hábito porque sienten que su predicación no es realmente escuchada. Acostumbrado a que sus feligresas le pidan que abrevie sus sermones y que su iglesia supere la decena de asistentes solo cuando hay un entierro, el experto abogó ayer durante su intervención en el Club de LA NUEVA ESPAÑA de Gijón regresar al cristianismo tradicional y "dejarse ver por Jesús". A la cita acudió también María Luisa Fernández, coordinadora de la Adoración Eucarística Perpetua de Gijón, que cumple ahora cuatro años de actividad.

Mazarrasa es el pequeño de siete hermanos, y el que le precede padece esquizofrenia. Tras ser testigo de una de sus crisis, vivió hace años una revelación que todavía recuerda a día de hoy. "Tras verle así de mal me fui a rezar a la capilla y me puse a llorar. Una lágrima cayó sobre el misal y yo, preocupado por si estropeaba el papel, que es muy fino, fui a secar y vi que la gota había caído sobre una frase que decía: tu hermano resucitará", aseguró. Es suceso es, en esencia, el problema que el sacerdote encuentra en la forma de procesar la religión hoy en día: "Tenemos que aprender a escuchar al Señor, sentarse a mirar más el cielo y menos el móvil. Que solo existe un Dios creador lo puede descubrir cualquier que se ponga a pensar".