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PABLO LEÓN GASALLA | DIRECTOR GENERAL DE CULTURA Y PATRIMONIO DE ASTURIAS

Un hacedor sin interrupción

El historiador gijonés, un técnico entregado, tiene por delante el difícil reto de gestionar con pocos recursos la macroárea que dejó López-Vega

Un hacedor sin interrupción

El final del año 2019, difunto reciente, sorprendió al gijonés Pablo León Gasalla con su nombramiento como director general de Cultura y Patrimonio de Asturias. El Consejo de Gobierno del Principado anduvo rápido de reflejos para amortiguar el portazo de Martín López-Vega. El escritor llanisco, a quien la Consejera Berta Piñán había confiado apenas cuatro meses y medio antes el puesto de gran factótum de su departamento, regresaba a Madrid y al Instituto Cervantes. Al tiempo, dejaba un recado que debiera dar para algún debate: "Si no hay nada que gestionar, mejor irse". La verdad es que la tarea de atender con un menguado presupuesto económico a ese bicho bifronte -cultura y patrimonio-, es como para perder el ánimo. El dimisionario ha dicho que la fusión asturiana en una macroárea de tantos contenidos (del arte rupestre y el Prerrománico a los castilletes mineros, del Museo de Bellas Artes de Asturias al Niemeyer o Laboral Centro de Arte) es una singularidad en el mapa español.

Es la rienda, inoperativa o no, que han puesto en la mano de Pablo León. Si el perfil de Martín López-Vega es el de un gestor cultural curtido en las estrategias del Instituto Cervantes, el galeón internacional del español, el del nuevo director general de Cultura y Patrimonio de Asturias es el de un técnico avezado que se ve a sí mismo como alguien que ha ido creciendo profesionalmente en la Consejería a la que llegó en septiembre de 2001. En sus primeras declaraciones, flamante el nombramiento, aseguró que recibe la nada fácil encomienda "como un sueño".

Nacido en Gijón en 1976, comparte con su predecesor la afición a la lectura y una asumida alopecia que aclara aún más la sonrisa. A diferencia del núcleo duro de la Consejería de Cultura y blablablá, donde todos son poetas (de Piñán para abajo, incluido el dimitido Martín-Vega), parece que Pablo León no escribe versos. No obstante, con estas cosas nunca se sabe. Uno pregunta por él a antiguos jefes, también a algunos conmilitones, y obtiene el retrato de un currante extraordinariamente implicado en su trabajo. Nunca deja para mañana lo que puede hacer ahora mismo.

"Es la persona más trabajadora que he encontrado en la Administración, con un alto grado de responsabilidad; está siempre ocupado, pero a la vez está siempre dispuesto", cuenta un antiguo alto cargo de la Consejería de Cultura. Y más: "Fue el alma de la candidatura del Camino de Santiago, la persona que la organizó y coordinó a las cuatro comunidades autónomas implicadas; algo que no era nada fácil". Una referencia a la candidatura como Patrimonio Mundial de los Caminos del Norte, que Pablo León pudo defender en Bonn (Alemania), en 2015, con el entonces director general de Patrimonio del Principado, José Adolfo Rodríguez Asensio. Acaba de decir que uno de sus objetivos es el próximo Año Xacobeo, a la vuelta de la esquina de 2020.

Soltero, Pablo León es un gijonés con raíces familiares mierenses. Nada extraño en una ciudad que ha crecido y se ha alimentado de la sucesivas emigraciones de las Cuencas. Hijo de Justo León, de Mieres, y de María Luisa Gasalla, allerana de Buciello, el director de Cultura y Patrimonio se crió como el pequeño de tres hermanos.

Hizo sus primeros estudios en el Colegio Liceo de La Corolla, que aún recuerda. Se formó en la enseñanza pública, en el Instituto de Educación Secundaria de Roces. Sigue fiel a las geografías gijonesas de su infancia y juventud. La afición a la lectura es la prolongación de una costumbre que adquirió, en la biblioteca municipal de Roces, al lado de su progenitor. Hizo la licenciatura en Geografía e Historia, dos pasiones, en el campus de El Milán de la Universidad de Oviedo.

Las bibliotecas, los documentos... Por ahí ingresó en el mundo laboral: primero, mientras cursaba sus dos últimos años de carrera, como becario en la Biblioteca Universitaria de la extinta Escuela de Peritos, y después como documentalista durante seis meses en el Ayuntamiento de Gijón. Fue en 2001, el año de su ingreso por oposición en la Administración del Principado como historiador.

Pocos dudan de la capacidad intelectual ("la Universidad pasó por él") y técnica de Pablo León para dirigir los complejos asuntos relacionados con el rico acervo patrimonial de los asturianos ("tiene una visión amplia; un gran fichaje"), pero deberá atender también a la complicada vertebración del mundo cultural del Principado. Son muchos los frentes: del cine al teatro, los museos, la literatura... Aunque por su madre allerana, seguro que sabe lo del panchón y la razón.

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