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Los nutricionistas, sobre el menú escolar congelado: "No es malo"

Los especialistas rechazan cambios bruscos en la dieta infantil y piden a los padres "estar vigilantes" con el nuevo servicio

Una reunión de las familias afectadas. Juan Plaza

Los menús congelados no tienen por qué ser de menos calidad que los frescos, pero lo ideal "son los platos recién cocinados". Pediatras y expertos en nutrición lanzan un mensaje tranquilizador a los padres de los niños que comen en los comedores escolares de Gijón tras el cambio de gestión de este servicio, que implica que la comida para los pequeños se cocine en Valladolid y se distribuya congelada dos días a la semana a los centros gijoneses. Pero, en todo caso, llaman a estar "vigilantes" para que la calidad sea la prometida, porque "el aumento de precio de un 30 por ciento parece desmesurado", convienen.

Para el pediatra Venancio Martínez, expresidente de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria, "los menús deben de ser de calidad desde el punto de vista nutricional, ajustándose a las necesidades de los niños según su edad; su composición debe permitir realizar una dieta suficiente, variada y equilibrada". Y además, en el caso que ocupa a Gijón, "han de atenerse a las exigencias impuestas por las diferentes administraciones en cuanto al transporte, elaboración y conservación. Si esas condiciones se cumplen no tendría que verse ningún problema". Y además, como recuerda Martínez, "si quiere dársele al servicio un valor social, debe de ser económicamente asequible para la mayoría para las familias".

El pediatra aprovecha para recodar cómo en los últimos tiempos se ha generado una polémica entre los alimentos procesados y los llamados "ecológicos", "que es fundamentalmente una cuestión de mercado y de precio; la etiqueta de ecológico y de cercanía sube el precio y puede hacer difícil su adquisición y lo que hay que hacer es informar a las familias sobre la importancia de cada alimento, sin prohibir, censurar, sin posicionar los alimentos en buenos y malos, y que con eso hagan un plan semanal para complementar la alimentación que reciban en el colegio".

Porque, recuerda el experto, "para que una alimentación sea saludable debe de serlo tanto en la parte del comedor escolar como en el hogar, y algunos estudios han probado que frecuentemente los niños comen mejor en los colegios que en casa", recuerda.

El nutricionista Jesús Bernardo, por su parte, coincide en que el congelado de los alimentos cocinados "no necesariamente les resta calidad, pero no podemos olvidar que para congelarlos puede ser necesario usar diferentes productos que alteren la calidad nutricional o incluso el sabor de algunos alimentos", y de ahí que los niños noten el cambio de sabores.

En todo caso, "si hay un control, seguro que la calidad no se pierde", asevera. Pero "coincido plenamente con los padres en sus preocupaciones, y es preferible que los menús se elaboren en el día, como se hace en las casas", apunta Bernardo. Además, lanza un mensaje similar al del pediatra Venancio Martínez, habida cuenta de que "lo importante no es tanto la propuesta de menús para cada semana, sino que los padres estudien los platos e intenten complementarlos en su casa a la cena o los fines de semana: hay que enseñar a los padres a valorar los menús, y esa es una tarea pendiente". Jesús Bernardo llama a los padres a "no tener miedo", " aunque entiendo que a las familias les gustaría que los menús se hicieran aquí, con productos de proximidad y a diario, que es lo más lógico".

Lo que el nutricionista no entiende es "el aumento del precio, que un menú sea más sano no tiene por qué implicar que sea más caro, no es lógico que se pague tanto". Y destaca también que "los niños son niños, los sabores hay que introducirlos poco a poco para que se acostumbren, y lo que no es lógico es que lleguen a casa con hambre por no haber comido algo que no le gustó; hay que averiguar por qué no les gustó y actuar en consecuencia. Los niños están acostumbrados a ciertos sabores y el cambio en los menús no puede ser tan brusco", recalca, en favor de unos menús más sanos "introducidos de forma gradual, que no vean cambios radicales de un día para otro".

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