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BOGDAN MILOVANOV | JUGADOR DEL SPORTING, ACABA DE DEBUTAR CON EL PRIMER EQUIPO

El bailarín que cubre la banda

Empezó a jugar al fútbol para imitar a su hermano mayor, su protector l La ensaladilla rusa de su madre y el sushi son sus debilidades

El bailarín que cubre la banda

Aquel niño recién llegado a España con solo 5 años y que empezó a jugar en el Navacerrada de fútbol sala en Madrid por seguir los pasos de su hermano Eugenio, siete años mayor que él, recordará para siempre la tercera semana del mes de enero de 2020. Porque en cinco días, y con solo 21 años, Bogdan Milovanov (Lugansk, Ucrania) ha dado un paso más en su sueño futbolístico con su estreno en Segunda. El pasado martes debutó con el primer equipo del Sporting ante el Elche. Y ayer repitió titularidad ante el Numancia. "Confía en lo que puede hacer, no se sobrepasa. Destaca por la simplicidad y la seguridad con las que juega", recuerda Rubén de la Red, el técnico con el que debutó en Segunda B. "Es muy compensando para defender y atacar. Es muy notable en todo y no es alocado", apunta Julio Algar, el entrenador que tuvo en el San Sebastián de los Reyes antes de llegar al Sporting.

Los padres de Bogdan, Oleg y Anzhelika recibieron la llamada de Olga, tía del jugador, para que se atreviesen a dar el paso y dejasen atrás Lugansk, zona de conflicto en Ucrania, y empezasen en Madrid una nueva vida. Siguieron los pasos de Olga y Yuriy, sus tíos, que se vinieron a España, para afincarse y que sus primos Laura y Adrián creciesen con un futuro más próspero. Bogdan, con solo cinco años, aprendió a hablar castellano con fluidez, como un niño más de los que iban a clase en Navacerrada. E hizo del fútbol su día a día. Quiso así imitar a su hermano, su protector y el que le llevaba a los entrenamientos hasta que se sacó el carnet de conducir; y a su padre, que había jugada en su país al fútbol en el FC Zarya -equipo que ha participado recientemente en la Liga Europa.

Siempre jugó de lateral derecho, aunque de más joven también actuó por la izquierda alguna vez. Pero lo suyo es ser defensa por convencimiento. Vivir en Madrid le acercó a formar parte de la escuela del Atlético en 2013. Después pasó al Alcobendas, con el que debutó con 16 años en Tercera; el Getafe B, con el que siendo juvenil ya tuvo sus primeros minutos en Segunda B; y finalmente, el San Sebastián de los Reyes, el paso previo hacia Mareo. "Con las ganas que tenía de ser futbolista no se lo pensó cuando llegó la oferta del Sporting", cuentan en su entorno. "Tiene la cabeza muy bien amueblada", añaden.

En su segunda temporada en el filial ya ha dado, de la mano de Djukic, el salto al primer equipo. "Es muy suyo, muy serio, pero también muy amable y buena persona. Te tiene que conocer para que se abra. Pero aún así tiene carácter, que para un futbolista es algo fundamental", explican quienes les conocen.

Discreto y trabajador, Bogdan ha calado en el vestuario del filial, donde se ha integrado hasta el punto de que se atreve a gastar bromas a los compañeros, que esperan que esta próxima semana les invite a un pincheo, algo habitual cuando un jugador da el salto al primer equipo. Aficionado a la música, al reggaeton, también se ha traído a Mareo música ucraniana, de su paso por la selección, donde ya ha estado varias veces con la sub-21 y una vez con la absoluta, con la que le gustaría disputar alguna vez una fase final de un gran torneo. En la cocina sus gustos son claros: la ensaladilla rusa de su madre, y ahora se ha sumado a la moda del sushi, que le encanta seguir probando y descubriendo.

Criado en Madrid, como su hermano, es seguidor del conjunto blanco. También está enganchado al baloncesto, con el que comenta la actualidad con sus compañeros en Mareo. Y recientemente se ha aficionado al baile. "Es un poco tronco, pero lo intenta, quiere aprender, y va mejorando", desvelan sus allegados.

Hace algo más de tres años inició una relación con Chusi, su novia, a la que conoció en Madrid. Le visita muy a menudo en Asturias. Y con ella pasa la mayor parte de su tiempo, con una vida muy tranquila por la ciudad, y conociendo rincones de la región. Con Ucrania guarda vínculos más allá de su paso por la selección. En su país tiene a sus abuelos, con los que hace videollamadas de forma frecuente. Habla ruso y también se comunica en ucraniano, aunque le cuesta algo más.

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