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LA NUEVA ESPAÑA accede al sumario del crimen de Nuevo Roces

La madre que apuñaló a su bebé es "inestable", pero consciente de sus actos

Silvia A. M., que mató a su hijo con un cuchillo de cocina, había abortado hace años l A su pareja le dijo que la sangre en la cama era de un quiste

Silvia A. M. y su pareja, Daniel B. S.

"Controles de conducta poco desarrollados e inestabilidad emocional, agresión social e interpersonal, impulsividad e intolerancia a la frustración, genio voluble y fondo egoísta". Este es el último diagnóstico emitido por el equipo psicosocial del Juzgado sobre Silvia A. M., la gijonesa de 28 años acusada de haber asesinado a cuchilladas a su hijo recién nacido el pasado mes de agosto en Nuevo Roces. Este informe, realizado a finales de diciembre, concluye que la procesada, que cumple prisión provisional, sufre un trastorno antisocial de la personalidad, pero que mantiene intactas sus facultades cognitivas y volitivas, lo que implica que era plenamente consciente de los hechos y, en consecuencia, es perfectamente procesable por este crimen que podría acarrear la primera prisión permanente revisable en Asturias.

"A esos nos les pillan"

La instrucción del caso, declarado ahora como causa compleja, apunta a la responsabilidad de Silvia A. M. en el asesinato de su bebé, que apareció con más de cincuenta puñaladas por todo el cuerpo. De hecho, en su primera declaración, la joven exculpó a su novio, Daniel B. S., asegurando que le había ocultado su embarazo, tanto a él como a su familia. No obstante, en aquella ocasión, solo reconoció haberlo tirado al contenedor, pero en ningún caso aceptó las puñaladas. Poco después, cuando ya se encontraba en el módulo de mujeres de Unidad Terapéutica y Educativa (UTE) del Centro Penitenciario de Asturias, Silvia A. M. optó por cambiar su versión y señalar directamente a quien fue su compañero sentimental durante más de siete años. En su segunda declaración apuntó que él se había llevado al bebé a un centro de salud y que nunca dijo nada por temor a la reacción de su novio, al que acusó de malos tratos. Este informe forense desmonta esa versión y asegura que no existen indicios de tal situación. El careo que hubo entre ambos tampoco sirvió para que la versión de Silvia A. M. pareciese creíble.

La investigación judicial siguió su curso con la toma de declaración a familiares y amigos de la pareja. Resultan llamativas las conversaciones que la propia Silvia A. M. mantenía con una de sus amigas al poco de saltar a los medios la aparición de un bebé asesinado en el contenedor de basura de delante de su casa. "Mira qué hijos de p. hacer eso, acabar a puñaladas con un bebé; a esos no les pillan", le comentó Silvia A. M. a una de sus amigas. Comentarios de ese estilo también los pronunció cuando se fue de vacaciones con su novio a Alicante y Valencia a los pocos días del parto y posterior crimen. "¿Quién habrá sido? ¿Tú crees que lo descubrirán?", repetía a sus allegados. Su frialdad era total.

Además, Silvia A. M., según revelan sus propias declaraciones, no era la primera vez que se quedaba embaraza. A los 19 o 20 años, explicó a la magistrada, ya se había quedado encinta de Daniel B. S.. En aquella ocasión, tras compartirlo con su novio, tomó la decisión de abortar. "Nunca programamos tener hijos", explicó a la jueza. ¿Por qué no volvió a hacerlo? Ella explica, tal y como consta en las diligencias, que se dio cuenta de su embarazo cuando estaba "de cuatro o cinco meses" y porque se lo confirmó un predictor. "Tomaba pastillas anticonceptivas, pero lo olvidé, además de tener una regla irregular", fueron sus siguientes respuestas.

Mientras el embarazo se desarrollaba, ella comenzó a buscar en internet temas relacionados con el parto, llevaba ropa ancha para disimular y rehuía el contacto sexual. Hizo vida normal hasta el último momento. Hasta se fue de excursión con sus padres el fin de semana anterior a dar a luz. Nadie, ni su hermana que a veces dormía con la pareja en el piso de la calle Jenaro Suárez Prendes, se dio cuenta de nada.

Trató de dar el pecho

El alumbramiento llegó el 1 de agosto. Silvia A. M. estaba sola en casa -su pareja estaba trabajando- y optó por su habitación para dar a luz. Lo hizo encima de la cama. La autopsia revela que el bebé, perfectamente gestado, llegó a respirar, y que la hora de la muerte se produjo, tras un shock hipovolémico por todas las puñaladas que recibió, sobre las dos del mediodía. Antes, según ella, "intenté darle el pecho, pero no succionaba". A partir de aquí ella ya ha dado dos versiones distintas, mientras que el novio mantuvo desde el inicio el testimonio de que no sabía nada.

Silvia A. M. asegura que al dar a luz pensó en llevar al bebé a un centro de salud porque no sabía cómo decírselo a su familia. Cuando llegó su novio, según ella, se encargó él de llevarse al niño. La versión de Daniel B. S., en cambio, empieza describiendo que, cuando estaba trabajando, recibe un mensaje de ella en el que le dice que había "sangrado mucho por un quiste y que comprase compresas". Cuando Daniel B. S. llegó se encontró manchas de sangre en la habitación -en las sábanas y en el colchón, que él mismo limpió con una manguera en la terraza- y también en la pared, que las provocó Silvia A. M. cuando iba al baño. En ningún momento sospechó nada, y según su testimonio allí no había ningún bebé. Todo fue, explicó él, por un quiste. Ni siquiera reparó en nada cuando al día siguiente los medios de comunicación publicaron que había aparecido un bebé asesinado justo en frente de su casa. Al día siguiente, 3 de enero, era el cumpleaños de Daniel B. S.. "Ella se levantó y me preparó el desayuno, algo que no hacía nunca", declaró él ante la magistrada. Poco después se fueron juntos de vacaciones.

Lo cierto es que el recién nacido fue asesinado de una manera brutal. Estando el bebé de cubito lateral derecho le asestaron múltiples puñaladas por todo el cuerpo, a excepción de la cabeza, que le causaron la muerte. Todo apunta a que utilizaron para ello un cuchillo de cocina de sierra que presumiblemente ha encontrado la policía, a falta de confirmar esta prueba.

Pruebas biológicas

La investigación policial arrancó aquella misma madrugada del 2 de agosto. Fue exhaustiva, minuciosa y en muchísimas direcciones. Al final, lo más probable, por difícil de creer, resultó la línea correcta. Tras examinar toneladas de basura, los investigadores centraron en Nuevo Roces a los sospechosos. Se entrevistaron varias veces con los vecinos del bloque, seguros de que tenía que ser alguien de allí. Una de las veces que fueron a por ellos, estaban de viaje. Las pruebas iban encajando, hasta que el 21 de septiembre fueron detenidos. Daniel B. S., que estaba en el trabajo, pensó que tenía que ser un error, pero Silvia A. M. sabía por qué la detenían. Desde entonces permanece en prisión mientras que su novio sigue en libertad provisional con la obligación de comparecer cada quince días a firmar al Juzgado.

La investigación judicial del crimen de Nuevo Roces sigue su curso y ya les han tomado pruebas biológicas tanto a Silvia A. M. como a su novio, Daniel B. S., para cotejar con los pelos humanos que aparecieron en el cadáver del bebé asesinado. Estas pruebas fueron solicitadas por el laboratorio de La Coruña, el mismo que confirmó la paternidad de ambos investigados.

El objetivo de esta nueva prueba es determinar si esos pelos -también había pelos de la perra de la pareja- pertenecen a la madre o al padre del bebé, que siempre ha negado tener constancia de todo eso. La instrucción, que se prolongará como mínimo durante todo el año, sigue su curso para determinar qué relación tuvo Daniel B. S. con los hechos y si es cierto que desconocía todo lo ocurrido.

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