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El merendero con mejor panorámica

El Bella Vista, cuya histórica dueña Estrella García acaba de fallecer, marcó época en la hostelería local con su famoso pulpín con patatines

Trabajadores del merendero. REPRODUCCIONES DEL LIBRO "BELLA VISTA TIENE HISTORIA", DE ALFONSO PELÁEZ

No hubo en la historia de esta ciudad un merendero con una panorámica como la que tenía el Bella Vista. Desde ese enclave privilegiado, entre las escaleras 17 y 18 de San Lorenzo, Salvador y Zulima, y luego Germán y Estrella -fallecida esta semana, a la edad de 82 años-, hicieron de un humilde merendero uno de los locales de bodas más prestigiosos de la ciudad. De la sidra al cava, y de les parroches y los calamares frescos, que vendían "a toneladas", a la merluza a la sidra con la que se alzaron con el primer premio del campeonato de jóvenes cocineros del Principado.

La historia del Bella Vista se remonta al año 1954 cuando, tras volver de Argentina -a dónde habían emigrado, en parte para evitar la Guerra Civil española- el matrimonio conformado por Zulima González y Salvador Álvarez, en compañía de su hijo Germán, aún menor de edad, compraron el traspaso del local al señor Aretio. La transacción se cerró en 350.000 pesetas de la década, una cantidad considerable para un chamizo con un merendero -la botella de sidra costaba entonces alrededor de 2,5 pesetas-. Una transacción que, no obstante, a base de trabajo y esfuerzo, la familia hizo rentable.

Calamares frescos, parroches y albóndigas se vendían "a palaes" en el merendero. Pero, sin duda, el plato estrella de la carta era otro. Quien lo probó, asegura que no hubo nunca un pulpín con patatines como el que Zulima cocinaba en el Bella Vista. Fruto de su buen hacer en los fogones -que luego heredó su nuera, Estrella García- el restaurante pronto sumó una pléyade de habituales parroquianos: a míticos de Gijón como "Garciona" se sumaron otros como el que fuera alcalde de la ciudad, Luis Cueto-Felgueroso o Eustaquio Campomanes, presidente del por entonces Real Gijón. No fueron los únicos: Tino "El Negro", Pepe "El Peonesu", Rosendo "El Carpinteru", Daniel "El jaboneru", "Nemesiote" o Luis G. Rubiera "El Areneru", como bien recoge Alfonso Peláez en su obra sobre el restaurante "Bella Vista. Tiene historia". Clientes ilustres servidos por camareros no menos conocidos: Eloy el de Casa Manuela, Gonzalo, Luisín, Andrés, Jaime, José Luis Laria o Manolín "el Guapu". Todos ellos ilustres de la hostelería gijonesa salidos del Bella Vista.

Tal fue la fama que alcanzó el Bella Vista como restaurante especializado en banquetes de boda -después de construir en 1969 un local anexo para tal uso- que, siendo presidente del Principado Pedro de Silva, se organizaron unas jornadas gastronómicas en Madrid y los elegidos para presentar los manjares astures fueron precisamente Germán y Estrella, que acudieron al Palace para agasajar a los presentes con su ya mítico pulpín con patatines y solomillo con salsa de oricios, además de abundante sidra. Germán era un gran escanciador, incluso sin mirar y Estrella también aprendió a echar buenos culinos. En 1992, el local fue alquilado por el dueño de Casa Lobato, en Oviedo, que lo gestionó una década. Tras un breve paso por las manos de Adolfo Posada, actualmente pertenece al grupo Gavia. Pero, en palabras de Germanín -hijo de Germán y Estrella- recogidas por Alfonso Peláez : "La vida sigue, pero Bella Vista no se vende pues no tiene precio, ya que los abuelos allí murieron y mis padres no lo desligan de su vida".

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