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Casa Múgica se marchita: el adiós de un centenario negocio local

La firma jardinera pone el broche a una historia de 126 años con el cierre a final de mes de la floristería gijonesa de la calle San Antonio

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Cierre de casa múgica (Gijón)

En el tiempo que Casa Múgica abrió sus puertas, Cuba todavía era España. Corría el año 1894 cuando la emblemática empresa de jardinería, hoy ya solo floristería, abrió sus puertas. Han tenido que pasar 126 años para que las cande, pero el 31 de enero Pilar de la Cruz Múgica, bisnieta de Pedro Múgica, conocido como "el francés" y fundador de la longeva firma, finiquitará un negocio que hunde sus raíces dos siglos en el tiempo. Toda una institución en Gijón que ahora desaparece.

El cierre no se explica con sesudas teorías económicas. Sin ser tiempos de bonanza para el centenario negocio, la explicación es bien sencilla. Basta decir que si Pilar de la Cruz no cumpliera años, Casa Múgica seguiría abierta de por vida. "He pasado ampliamente la edad de jubilación y aunque me da pena ya toca descansar", afirma la veterana floristera.

Casa Múgica ha sobrevivido a varios reyes, a una República, a una Guerra Civil -con su posguerra-, a dos dictadores, a la Transición y a varios presidentes del Gobierno con la democracia reinstaurada. Ahora no hay nadie en la familia Múgica que continúe la saga y que atienda tras el mostrador de mármol por el que han pasado famosos como los gijoneses Arturo Fernández y Blanca Romero.

Los Múgica, casi como los Buendía de "Cien años de soledad", tienen una maraña por árbol genealógico. "En mi familia siempre hubo una semilla que nunca se rompió", valora De la Cruz con un símil oportunísimo. La empresa jardinera abrió en 1894 y la fundó Pedro Múgica, a su llegada a Gijón, después de enamorarse de la Villa de Jovellanos tras una Feria de Muestras. Antes, había sido jardinero mayor de Vitoria y cursó sus estudios en la francesa Versalles. Luego, Pedro Múgica se casó con Úrsula Urcelai y tuvieron dos hijos varones y tres mujeres. Rogelio era el primogénito y fundó Casa Múgica de Oviedo, mientras que Genaro, el abuelo de Pilar, relevó a su padre en el negocio gijonés del que ya solo queda la floristería, que apura el tiempo de descuento.

La firma pasó a manos de la hija pequeña de Genaro, Juana Múgica Gargallo, que se casó poco antes de morir su padre con Antonio García de la Cruz. El fallecimiento del progenitor obligó a un nuevo cambio de titulares. Aunque De la Cruz estudió Derecho, aceptó quedarse con los viveros de la empresa gijonesa mientras que su mujer, Juana, se hacía cargo de la floristería, que se fundó en 1949 en la calle San Antonio. Ahora, Pilar García de la Cruz, hija de Juana, nieta de Genaro y bisnieta de Pedro Múgica, es la última de una kilométrica línea de sucesión.

La empresaria gijonesa estudió en Suiza, Francia e Italia para aprender los secretos de la floristería. "Esto, aunque a primera vista no lo parezca, es una carrera", defiende sobre su labor. Una labor que nadie de la familia, salvo giro inesperado, proseguirá. "Tengo una sobrina con una floristería en Madrid y otro sobrino que, aunque estudió para ello, se dedica a otra cosa", cuenta.

Aunque la razón principal del cierre es la jubilación de Pilar de la Cruz, la floristera no oculta las dificultades económicas a las que las empresas gijonesas han de hacer frente. "Gijón no es como Madrid, aquí hay que hacer milagros para vender un chavo; cada vez vamos a peor", reflexiona una mujer que ha vivido de todo.

Un momento dulce fue el reconocimiento de la Reina Sofía durante la primera visita de los eméritos Borbones a Asturias, ya coronados como monarcas, en 1976. "Le hice un ramo; era algo sencillo y sin olor, pero le debió gustar porque preguntó que quién lo había hecho", rememora de la Cruz

Pilar de la Cruz ha visto cómo la querencia por las flores ha variado. Lo mucho que ha llovido desde que a finales de los ochenta recibiera el primer fax y lo que ha cambiado el negocio, ahora globalizado. Tras 126 años, el próximo 31 de enero Pilar de la Cruz bajará la persiana de Casa Múgica y, en cierto modo, de la historia de una empresa familiar de 126 años. Pero antes tiene un mensaje: "Gracias a los gijoneses por hacernos llegar hasta aquí".

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