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La amiga que acudió al karaoke con la víctima desconoce la identidad de los dos portugueses

La testigo dejó a Dacuña en un parque con uno de los hombres y, al llegar a casa, trató de enviarle un mensaje a la víctima, pero se equivocó de número

La amiga que acudió al karaoke con la víctima desconoce la identidad de los dos portugueses

La amiga con la que Lorena Dacuña salió a tomar algo a un karaoke de La Calzada asegura que ambas conocieron en aquella noche del sábado 1 de febrero a dos portugueses. Según declaró ante la Policía Nacional la testigo, una de las últimas en ver a la gijonesa con vida, ambas se habían conocido hace apenas un mes en su puesto de trabajo, la empresa de limpieza Brillastur, y la víctima ya le había contado que hace unos tres meses había roto su relación con un hombre "muy controlador y celoso". También le dijo que el detonante de la ruptura fue que "le había destrozado toda la ropa interior, diciéndole que si no la usaba con él, no la usaría con nadie". Secunda, por tanto, el testimonio que las amigas y la familia de la víctima dieron sobre el asesino confeso, José Manuel Sánchez Merino. También aclaró haber dejado a Dacuña en el parque de La Algadonera con uno de estos dos varones y que trató de enviarle un mensaje al llegar a casa, pero que se equivocó de número.

Según esta versión, las dos amigas quedaron a las 20.30 horas y se dirigieron a una sidrería de la avenida de la Argentina. Después, visitaron otro chigre de la calle Honduras, siempre en La Calzada, y ya de madrugada, hacia las 1.30 horas, entraron en un karaoke de la calle Uruguay. Fue en ese local donde ambas conocieron a los dos portugueses que ahora busca la Policía Nacional. Estuvieron con ambos dentro del establecimiento alrededor de dos horas, pero la testigo apenas recuerda detalles concretos de lo sucedido. Solo sabe el nombre de pila de uno de ellos, que no fue el que "estuvo charlando casi todo el rato" con Dacuña, y una descripción genérica de cada uno. El que intentaba hablar principalmente con la ahora fallecida, tiene "el pelo castaño, corto y con entradas, y es de complexión fuerte". Aquel día iba vestido con prendas de color claro.

Esta compañera también cree recordar, aunque no está segura, que estos dos hombres estaban con un tercer amigo que parecía bastante ebrio, así que tuvo problemas para que le dejasen acceder al karaoke. Apenas dedicó un segundo para observar a este otro varón y solo sabe que es calvo y más bajo de estatura que los otros dos, que rondan el metro sesenta (el que hablaba con Dacuña) y metro setenta (el que hablaba con ella).

Hacia las cinco de la madrugada, el grupo decidió abandonar el karaoke y enfilaron la avenida de la Argentina. Llegaron a La Algodonera, donde se quedaron un rato charlando. Durante este tiempo, que se alargó alrededor de un cuarto de hora, la testigo recuerda haberle "dado algo de espacio" a Dacuña y su acompañante, y después tanto ella como el otro portugués continuaron caminando por la misma avenida separándose cada vez más de la otra pareja, para no molestar. Cuando se fueron, la ahora fallecida y este luso se quedaron sentados en un banco.

A la altura de la iglesia parroquial de Fátima, cuando ya habrían pasado unos diez minutos desde que habían dejado a Dacuña y al otro hombre en el parque, el varón que iba con la testigo recibió una llamada telefónica y se alejó de la mujer. Desconoce qué le estaba diciendo su interlocutor, pero el hombre se fue alejando de ella, caminando rápido y en la misma dirección por donde habían venido. Ella reconoce que se sentía "un poco cansada" ya de su acompañante, así que decidió no seguirle y se fue directamente a su casa. No volvió, por tanto, a ver ni a su amiga Dacuña ni a ninguno de los dos portugueses.

La testigo llegó a su domicilio en torno a las 6.00 horas y creyó haberle enviado un mensaje a Dacuña para contarle lo ocurrido, explicarle que se había marchado a casa y preguntarle cómo había terminado ella la noche. Al día siguiente, sin embargo, cuando despertó, se dio cuenta de que en realidad se lo había enviado a otra amiga también llamada Lorena. Al descubrir su error trató de enviarle varios mensajes más a la víctima, pero ésta ya no los llegó a abrir.

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