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El asesino de Lorena Dacuña cogió un cuchillo en la cocina porque se rompió el que llevaba

LA NUEVA ESPAÑA accede a los documentos de la investigación policial del crimen de La Calzada - La investigación trata de dar con los dos portugueses que salieron de fiesta con la víctima y una amiga

José Manuel Sánchez Merino, escoltado por agentes de la Guardia Civil y Policía Nacional, antes de entrar al furgón camino del Centro Penitenciario de Asturias, ayer, en la Comisaría de Gijón. JULIÁN RUS

El objetivo de José Manuel Sánchez Merino, de 49 años, la pasada madrugada del sábado al domingo siempre fue matar a su expareja Lorena Dacuña. Tomó esa decisión porque empezó a sospechar que estaba conociendo a otro hombre después de que le dijeran en un bar que la habían visto con otro. Prueba de ello es que el autor confeso de este brutal crimen machista, que ayer por la tarde ingresó en prisión, necesitó dos cuchillos para acabar con la vida de la limpiadora gijonesa, de 41 años, en el piso de la calle Callao, en La Calzada. "El cuchillo que llevaba en mi mochila se rompió no sé cómo, y fui a la cocina a por otro", desveló a la Policía Nacional pocas horas después de ser detenido en su habitación alquilada de la calle San Luis, tal y como consta en el informe del caso, al que ha tenido acceso LA NUEVA ESPAÑA.

La versión del autor confeso del crimen, que ayer ante la jueza optó por no declarar, se corrobora con la presencia en el domicilio de las dos armas: un cuchillo cerámico de cocina con restos de sangre y otro de hoja metálica y mango negro partido por la mitad. Sánchez sostiene que, cuando vio que el cuchillo que llevaba en su mochila se había roto, aprovechó la sorpresa de Dacuña y su acompañante -un hombre portugués al que busca la Policía de forma prioritaria- para ir a por otro. En ese momento, según el relato del acusado, ese supuesto acompañante huyó escaleras abajo llevándose la mochila de Sánchez Merino. "Ella le gritó que llamase a la Policía, yo pensé que lo había hecho. Pero vi por televisión que no había llamado nadie", apuntó el procesado, que le asestó 20 puñaladas (catorce acometidas y otras seis compatibles con un acto defensivo de la víctima).

Este individuo al que hace referencia el camarero gijonés existe, pues así lo confirma la compañera de trabajo con la que Dacuña salió de fiesta el pasado sábado. Esta mujer ha asegurado a la Policía que conocieron a dos chicos portugueses y que, mientras ella se fue a casa sola, Dacuña se quedó con el otro. No está claro, y es por ello que buscan insistentemente a ese hombre, que estuviese en el piso en el momento del crimen, tal y como relata Sánchez. Sí lo es que el agresor les estuvo siguiendo desde que les vio en un karaoke de La Calzada, a donde fue a comprobar si su exnovia estaba con otro, tal y como le habían contado.

Tras cometer el crimen, Sánchez apagó las luces y dejó las llaves puestas. Dentro dejó a Lorena Dacuña, sobre la cama de la habitación en la que tendía la ropa, desangrándose y sin saber si estaba viva o muerta. "No lo comprobé", declaró poco antes de apuntar hacia el consumo de cocaína y alcohol en un bar tras salir de trabajar. "Luego, me fui andando hasta casa", dijo. Allí se escondió, rompió y quemó su teléfono móvil -ya se había desecho de la tarjeta en el camino- y esperó a que le detuviese la Policía Nacional. "Me dediqué a fumar, beber y ver la tele", relató.

La investigación se centró desde el primer momento en el entorno del parque de Zarracina por los testimonios de los allegados al sospechoso y a la víctima, pero nadie atinaba con el lugar exacto. Varios agentes preguntaron en bares y edificios de la zona hasta dar con Sánchez Merino en el número 21 de la calle San Luis. Le detuvieron y registraron su domicilio. Se llevaron prendas, incluida una camisa con manchas de sangre de la víctima. Ni siquiera lavó la ropa, que ahora examina la Policía como prueba.

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