La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El cine coreano, un fenómeno que Gijón proyectó al mundo

El triunfo de "Parásitos" en los "Oscar" pone broche de oro a una hornada de creadores presentes y premiados en el festival asturiano desde los años 90

"Parásitos".

El cine surcoreano se ha puesto de moda. La culpa es de los "Parásitos". La película de Bong Joon-ho dejó con un palmo de narices a Scorsese, Tarantino, Mendes y consolida un fenómeno que lleva años larvándose en festivales y taquillas. En Asturias no pilla por sorpresa porque el Festival Internacional de Cine de Gijón ha contado con una frecuente y premiada presencia de cineastas coreanos. Sin ir más lejos, en 2015 "Ahora sí, antes no", de Hong Sang-soo, un fijo en competición y fuera de ella, ganó los premios a mejor película y mejor actor (Jae-yeong). En 2017, "En la playa sola de noche", del mismo director, logró el galardón a mejor actriz (Kim Min-hee). Y en 2018, Sang-soo volvió a triunfar con "Hotel by the river": mejor película, guion y mejor actor (Ki Joo-bong). Pero viene de lejos esta conexión astur-coreana: ya en 1999, Lee Chang-dong -que fue ministro de cultura durante el mandato de Roh Moo-hyun- vino a Gijón con "Peppermint Candy". Lee Sang-woo ganó como mejor director con "Barbie" en 2012. "The host", una de las grandes obras de Bong Joon-ho, se proyectó en el festival en su 44.ª edición. Y, como recordaba ayer a este diario Alejandro Díaz Castaño, director del certamen, en 2017 se estrenó "The first lap", de Kim Dae-hwan, "al que auguramos un buen futuro". Y sabe de lo que habla.

Hace más o menos un par de décadas empezó a desarrollarse el nuevo cine surcoreano. De escasa tradición cinematográfica y desgarrada por las zarpas del autoritarismo, Corea del Sur empezó a ver la luz al final de túnel en muchos campos, incluido el del cine. Grandes compañías se fijaron en el negocio de las películas como Daewoo y Samsung. A mediados de los noventa arrancó la maquinaria. Hong Sang-soo llamó la atención internacional con su ópera prima, "El día que un cerdo cayó al pozo" (1996). Kim Ki-duk lanzaba un anzuelo en "La isla" (2000) que removió miradas en todo el mundo. El thriller "Shiri" (Kang Je-gyu, 1999) arrasó en taquilla por su forma de abordar temáticas locales con planteamientos de superproducción. Y todo lo demás fue rodar y contar.

Lee Chang-dong ponía pantallas arriba Venecia con su "Oasis" en 2002. El mundo festivalero recibía con los planos abiertos al cine surcoreano y la taquilla también se rendía a títulos de culto como "Oldboy" (2003), de Park Chan-wook, que en 2004 se llevó el premio a mejor cinta del Festival de Sitges y el del jurado en Cannes. La lista es extensa: "Dos hermanas", de Kim Ji-Woon (2003); "Primavera, verano, otoño, invierno", de Kim Ki-duk (2003); "El bueno, el malo y el raro", de Kim Jee-woon (2008); "The yellow sea", de Na Hong-jin (2010)... Y no puede faltar en la lista "Tren a Busan" (2016), un taquillazo de Yeon Sang-ho que incluso llegó a estrenarse en España doblada: una historia convencional de zombies que deslumbra por su estilo visual.

Como ocurre con Bollywood, el espectador surcoreano pone entre sus prioridades el cine que se hace en su país y Hollywood no encuentra la forma de abrirse paso en un mercado que le copia muchas ideas poniendo un sello nacional. Y así logra penetrar en el resto de Asia, Oriente Medio, América Latina, Europa y, poco a poco, en Estados Unidos, aunque en forma de "remakes" (como el de "Old Boy" destrozado por Spike Lee).

El rotundo éxito de "Parásitos" en la meca del cine viene avalado no solo por la unanimidad crítica previa, sino también por el respaldo de una audiencia seducida por su ácida crítica a la desigualdad social repartiendo guantazos sarcásticos a diestro y siniestro hasta el brutal desenlace. Un mejunje de comedia negra, terror y suspense que agita humor y horror sin descanso. "Creo que la gente ha disfrutado de lo absurda que es la historia, dicen que es muy difícil de predecir", resumió su director. Y añadió: "La familia pobre comete acciones malas, pero son bastante adorables y la familia es mezquina pero amable al mismo tiempo. No hay villanos".

Bong Joon-ho es un cineasta admirado por sus compañeros desde hace mucho tiempo -el asturiano Marc Vigil es un entusiasta seguidor suyo desde la excepcional "Crónica de un asesino en serie" (2003), "Concha de Plata" de San Sebastián-, y Guillermo del Toro o Quentin Tarantino le ensalzan. Y conviene recordar que detrás de su gran talento hay una productora que es un auténtico imperio del mundo del espectáculo en Corea del Sur. Laureles y dólares. No en vano le llaman el "Spielberg coreano".

Compartir el artículo

stats