El Albergue Covadonga no da abasto. El número de beneficiarios de la entidad ha vuelto a aumentar: el año pasado se atendió a 1.215 personas, 132 más que en 2018. El incremento se da tanto en la tipología individual (hombres y mujeres), con 160 personas más el año pasado, como en el de las familias, que han pasado de 30 en 2018 (40 adultos y 50 menores) a 34 en 2019 (55 adultos y 61 menores), en una tendencia que preocupa mucho a los gestores de la instalación.

También se incrementó el año pasado el número de pernoctaciones, que han pasado de 23.497 en 2018 a 26.696 en 2019; 3.199 más, con un promedio de estancia de 22 días por usuario. La media anual de ocupación, además, se situó el año pasado en el 82 por ciento, un diez por ciento más que en el año precedente, lo que da idea del alto grado de demanda de estos servicios por parte de los menos favorecidos.

Uno de los servicios que más demanda han experimentado es el de comedor, con 80.093 comidas (desayuno, comida y cena) el año pasado, frente a las 72.990 de 2018, lo que supone 7.103 comidas anuales de diferencia entre un año y otro.

El grupo de personas atendidas en el Albergue es mayoritariamente masculino: el 81 por ciento son hombres y el 19 por ciento son mujeres. La edad media de los usuarios es además cada vez más baja, de 44 años, y se está registrando un rejuvenecimiento cada vez más acentuado: un 32 por ciento de las personas que pasaron por la casa tenían entre 30 y 44 años, y los jóvenes de entre 18 y 29 años ya suponen un 17 por ciento del total de personas que pasan por el Albergue.

En cuanto al nivel de formación, la mitad cuenta con estudios primarios, pero por primera vez, destacan los responsables del centro, se ha llegado a atender a un total de 100 personas que tienen estudios universitarios. Casi el 80 por ciento no tenían una profesión definida, y la inmensa mayoría son personas solteras, divorciadas, separadas y viudas, que habitualmente están solas, "sin lazos familiares y sociales que les abocan a la soledad y al aislamiento social", destaca el Albergue.

Ante unas cifras que no dejan de crecer, los responsables de la casa han querido poner sobre la mesa para su debate varias cuestiones que les preocupan. En primer lugar, el incremento considerable de la atención de jóvenes entre 18 y 21 años "que en su mayoría han salido de Centros de Protección de Menores y no cuentan con el apoyo de la familia de origen ya que vienen de núcleos familiares desestructurados". Dentro de este grupo también se encuentran los jóvenes inmigrantes que además de quedarse sin protección a los 18 años, suelen encontrarse en situación de ilegalidad en el país, sin apoyos y con dificultades idiomáticas para poder desenvolverse.

El Albergue también reclama políticas sociales que contemplen acciones integradoras que mejoren la accesibilidad de las personas a una vivienda digna, porque "son muchas las dificultades para llegar a obtener un alojamiento estable: estigmatización de la persona por su situación, precios de alquileres altos, falta de avales...", señalan, antes de pedir también que se aborden las atenciones de salud mental "de una manera integral y adaptada a la realidad que viven las personas y familias sin hogar.

Del mismo modo denuncian que el salario social "tenga plazos de tramitación, revisión y concesión tan largos" y que aún no se hayan puesto en marcha las unidades para convalecencias médicas, comprometidas en la Residencia Mixta de Pumarín, pero que finalmente "han quedado paralizadas por motivos inespecíficos".