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Los tres pilares del Albergue Covadonga

La entidad homenajea a sus fundadores en el aniversario del fallecimiento de la hermana Donate: "Estamos orgullosos de todo lo que hemos hecho"

Cristina Avella, Paco Herrero y Tomás Marcos, con una foto de Covadonga Donate. Ángel González

El 4 de enero de 1988 se juntaron una monja, un jesuita y un seglar para poner los cimientos de uno de los proyectos sociales de más calado de Gijón: el Albergue Covadonga. Fueron la hermana Covadonga Donate, religiosa de las Siervas de los pobres, el jesuita Francisco Herrero y Tomás Marcos, quien a la sazón fue el ideólogo de una casa que, el año pasado, sin ir más lejos, dio alojamiento a más de un millar de personas. La hermana Covadonga falleció justo hace un año, y con ese motivo en el Albergue se celebró ayer un homenaje a sus fundadores, las tres personas que hicieron posible una realidad que da esperanza a quienes apenas tienen nada.

"Me siento orgulloso de todo lo que se hizo en general, y me sigue haciendo mal cuerpo pensar que puede haber gente en la calle pasando frío", señaló ayer Tomás Marcos, de 76 años, sorprendido por un reconocimiento que contó con eucaristía, proyección de varias imágenes históricas y la entrega de un diploma para los dos impulsores vivos de la casa. Es mucho lo que se hace. "Pero nos preocupan mucho las familias, tenemos muchos niños y es algo que habría que ver cómo ampliar", reconoció Marcos.

"Fuimos sembrando una semilla a la que se sumaron personas de diferentes procedencias, la colaboración es la que hace posible las obras", dijo, por su parte, el jesuita Paco Herrero, encargado de oficiar la misa ayer tras viajar desde Extremadura, donde lleva ya casi veinte años. "Sigo en contacto con el Albergue, durante mucho tiempo vine a las reuniones y sé de su día a día", destacó, rememorando los tiempos en que pertenecía a la comunidad de jesuitas de El Natahoyo y en los que estaba todo por hacer.

De hecho, la primera sede se ubicó en el antiguo matadero municipal, en un edificio cedido por el Ayuntamiento y compartido con Proyecto Hombre. "Aquello había que verlo, había ratas, humedad, de todo, pero logramos sacar adelante el proyecto", apuntó Tomás Marcos, quien llegó al Albergue después de colaborar en la puesta en marcha del Hogar de San José.

En 1995, el Albergue se trasladó a su ubicación actual, y desde el momento de su apertura una comunidad de religiosas Terciarias Capuchinas reside en el edificio y presta sus servicios a las personas sin hogar que están alojadas. La casa no ha dejado de crecer en espacio y servicios, y para adaptarse a la creciente demanda de familias con menores a cargo se ha redistribuido las plazas existentes: 78 de alojamiento para personas individuales y adultas (55 para hombres, 23 para mujeres) y 11 plazas para familias. Una respuesta en constante movimiento que viene a dar continuidad a los tres pioneros que abrieron camino.

Por eso, ayer quisieron tener muy presente a Covadonga Donate, fallecida en Ciudad Real a los 91 años justo hace un año, medalla de plata de la ciudad y referente de la idea que sigue rigiendo la institución: "acoger, albergar y confortar". Tres principios que siguen muy vigentes.

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