Aunque la intención era buena, la tradición de excluir de las investigaciones médicas a grupos de población considerados vulnerables ha creado más problemas que soluciones. La costumbre heredada de no considerar "ético" practicar ensayos clínicos en niños, embarazadas o ancianos, por ejemplo, ha normalizado que estos sectores se mediquen con fármacos cuya eficacia nunca ha quedado demostrada y con dosis adaptadas más por intuición que por evidencias. Esta fue, a grandes rasgos, la idea compartida ayer por el pediatra Gonzalo Solís, actual presidente de la Comisión de Ética de Investigación del Principado de Asturias y encargado de inaugurar el ciclo anual de conferencias de la Sociedad Internacional de Bioética (SIBI). A su juicio, grupos como el suyo supervisarán cada vez más estudios sobre genética y 'big data'.

El experto, como pediatra, afirmó que la creencia de no investigar en niños para "protegerles" les ha acabado perjudicando a la larga. "Tienen enfermedades que son particulares en niños pero se les medicaba con los mismos fármacos de los adultos pero en dosis más pequeñas, y en general con el resto de grupos vulnerables se hacía lo mismo: adaptar en medida de lo posible el tratamiento pero sin pruebas reales de que fuese eficaz", matizó. Otros "grandes olvidados" han sido las embarazadas, los pacientes psiquiátricos, los enfermos de edad avanzada y grupos con riesgo de exclusión social como prisioneros o personas racializadas.

Por el comité que preside Solís deben pasar todos los trabajos de investigación oficiales de la región, que sumaron casi 700 el año pasado. "En general año a año la cifra va subiendo porque la legislación es cada vez más concreta y a día de hasta los estudios de residentes y adjuntos tienen que pasar por nuestras manos. A la mayoría les damos el visto bueno, aunque sí solemos hacer alguna modificación de mejora", aclaró. Estos matices suelen deberse a la confidencialidad del paciente. "Es el problema más común; hemos visto casos de estudios con pacientes psiquiátricos en los que el paciente, aunque autorizase el proyecto, podría no estar entendiendo bien qué estaba firmando", completó. También empiezan a ver más solicitudes relacionadas con el "big data" y la genética. "La sanidad produce gran cantidad de datos aún por explotar y la genética, junto a la medicina, sentenció el potente.