Frente a las construcciones fantásticas que han llevado a remover fosas para dar con la histórica y extraordinaria colección de dibujos de Jovellanos, uno de los fondos artísticos más impresionantes de la Europa de finales del siglo XVIII y principios del XIX, Francisco Crabiffosse está persuadido de que la versión que Pachín de Melás dio después de los sucesos, aquel nefasto 21 de agosto de 1936, es la más sólida: "Pienso que no quedó nada, ceniza sobre ceniza".

El historiador cerró así ayer la presentación de "Dufusión y evocación. La colección de dibujos del Instituto de Jovellanos", libro en el que traza una erudita investigación para tratar de reconstruir la desgraciada y apasionante historia de un fondo que cifra en 823 piezas, que incluía obras de Velázquez, El Greco, Goya o Murillo, entre otros. La historia de una sostenida negligencia que, a juicio del investigador, implica a la Administración municipal -en un largo período- y al claustro del Instituto Jovellanos. "El Ayuntamiento nunca lo protegió", denunció.

Crabiffosse, que ilustró su presentación con fotos inéditas de la estadounidense Ruth M. Anderson (sobresaliente la exposición que se le dedicó en el Antiguo Instituto en 2018) sobre aquellos dibujos, hizo resaltar que la pérdida de ese fondo "fue extremedamente grave y dañoso para los asturianos". El error fue trasladar al cuartel del Simancas la colección de dibujos de Jovellanos, núcleo del Museo de Gijón que se desvaneció por incompetencia casi general: "Sigo fielmente a Pachín de Melás, devoto jovellanista y el único que tuvo la valentía de rescatar, enfermo, los restos de Jovellanos de la iglesia de San Pedro en llamas; aquel traslado significaba un desastre".

El catedrático Ramón Alvargonzález fue el encargado de contextualizar "Difusión y evocación" dentro de la amplia y enjundiosa obra de Crabiffosse. Es el investigador que más ha hecho por relatar con rigor aspectos fundamentales, pero no muy estudiados, de la vida cultural gijonesa y asturiana: artes gráficas, fotografía, diseño gráfico, iconografía sobre Covadonga o la historia de la fábrica "El Gaitero". El profesor no recurrió a la cataplasma retórica con que otros suelen desviarse de uno de los capítulos más vergonzosos de la vida cultural y política asturiana: "Este libro documenta un fracaso colectivo".

Alvargonzález relacionó la pérdida de la colección de dibujos de Jovellanos, donada por el ilustrado a la ciudad y al instituto que fundó, por una "incuria crónica": "Es la historia prolongada de un fiasco". Se perdieron además la biblioteca o la iconoteca de Jovino.

De la importancia de aquella colección da idea un dato: hacia 1878 el Museo Británico contaba con un fondo de 600 dibujos. Muchos menos que el de Jovellanos, con piezas fechadas entre los siglos XV y XIX. "Mi libro se centra en el valor de la fotografía para el conocimiento de esa colección", resumió Crabiffosse. Un estudio con muchos nombres: de Moreno Villa o Julio Somoza a Alfonso E. Pérez Sánchez.