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Los usuarios del centro social de San Agustín: "Su cierre nos corta la vida"

"Es una vergüenza", lamentan los beneficiarios de las actividades del equipamiento, que el Principado trasladará provisionalmente al Arbeyal

Por la izquierda, Carmen Arenas, Rosario Torre y María José Maxide, a la salida de una actividad en el centro.

Los usuarios del centro de mayores de San Agustín están indignados ante el cierre del equipamiento, el próximo 30 de abril, al decidir el Principado no renovar el contrato de alquiler de la instalación, aduciendo su elevado alquiler. "Quieren que los mayores hagamos actividades y, para un sitio que tenemos para ello, lo van a cerrar. No hay derecho", clama el medio millar de afectados que cada día realiza actividades en el lugar -desde yoga a informática o desde pintura a inglés-, come o hace vida social. La Consejería de Derechos Sociales y Bienestar tiene previsto su traslado "provisional" al Arbeyal, hasta encontrar otro local en el centro de la ciudad.

"A mí me cortan la vida", sentencia Rosario Torre a la salida de una de las actividades. "Yo vengo cada día a hacer yoga, taichí o gimnasia y a echar la partida al parchís. Muchas veces me quedo incluso a comer", relata. "Estamos muy disgustados -enfatiza Torre-, ya nos pasó en Cimadevilla y ahora aquí otra vez. Es una pérdida total e importantísima", lamenta.

Así lo entiende también Carmen Arenas. "Es una vergüenza, una injusticia", recalca la usuaria. "Es totalmente amoral y lamentable y tenemos que luchar por ello", añade. Arenas ha recogido ya multitud de firmas en contra del cierre, y lo seguirá haciendo. "¿Dónde vamos a encontrar un centro como este con tantos espacios distintos?", se pregunta. "No hay derecho", clama a la salida de una de las actividades Manuela González: "Este centro da servicio a muchísima gente que ahora nos vamos a quedar en la calle, como los trabajadores" (un docena de ellos, entre podólogos, profesores, terapeutas, cocineros y camareros).

La medida propuesta por el Principado de buscar un nuevo local de titularidad propia y que no necesite mucha obra para ahorrarse así los costes del alquiler no termina de convencer a los usuarios. "Si nos dijesen que salimos de aquí, pero que vamos automáticamente a otro sitio sería perfecto. Pero no es así. Van a tardar mínimo un año. ¿Qué hacemos mientras tanto?", se preguntan Fernando García y Juan Luis Vázquez, sentados en la cafetería del equipamiento.

"Nos parece muy mal, estamos en contra del cierre", explicita Fernando García. "Hay mucha gente mayor e impedida que viene aquí precisamente porque está en el centro. Esa gente no puede ir a El Llano o a El Arbeyal como nos quieren mandar", ejemplifica. "¿Tardaron doce años en pensar que querían dejar esto y ahora no pueden pagar unos meses más de alquiler hasta tener otro local?", se pregunta soliviantado. "Aquí estamos muy bien atendidos y tenemos un servicio centralizado", explica García, que llama la atención sobre "mucha gente que viene en invierno porque no puede poner la calefacción en casa".

"Estoy convencido de que es una táctica política para cerrar el centro", sentencia José Luis Vázquez, "se envenena el ambiente hablando de costes inflados e inciertos". Para él, aunque el coste sea realmente tan alto "es algo que se necesita, porque la gente viene a comer cada día un plato caliente". Además, debido a las restricciones establecidas a causa del coronavirus, el centro social, como todos aquellos de la ciudad, ya sean de titularidad municipal como autonómica, permanecerán cerrados las próximas dos semanas como medida de prevención. La decisión se toma "teniendo en cuenta la vulnerabilidad de los usuarios".

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