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Primera noche de los "sin techo" de Asturias en La Tejerona (Gijón)

Bromas, juegos de mesa y la sensación de estar a salvo por vez primera desde que empezó la pandemia del coronavirus. Cerca de una treintena de personas pasaron el jueves su primera noche en el pabellón de La Tejerona, acondicionado en tiempo récord y con capacidad para un centenar de "sin techo" de toda la región. El espacio deportivo de Ceares se ha convertirlo en el refugio en el que aquellas personas que carecen de un hogar puedan cumplir con el confinamiento. "El comportamiento ha sido bueno; somos ya una familia", destaca Juan Carlos Valle, jefe de zona de Cruz Roja.

El buen humor impera en el refugio. Valle es el encargado del turno de la mañana. Cuando ayer llegó a La Tejerona se cruzó con un grupo de cinco personas tomando el aire en el quicio de la puerta del recinto junto al parque de Los Pericones. "A ver cómo nos echáis de aquí cuando esto acabe", bromearon los nuevos "huéspedes" del pabellón. "La gente sin recursos está acostumbrada a pasarlo mal y cualquier cosa les es bienvenida; aquí aceptarán mejor esta situación", valora Valle.

El contexto es complejo. La pobreza acarrea problemas tanto o más importantes que la escasez de recursos. "Algunas de estas personas duermen en cajeros y arrastran otras patologías como el VIH o el síndrome de abstinencia", recuerda Marta García, psicóloga de Cruz Roja, que ayer llamó la atención a uno de los residentes porque iba a fumar y se alejó demasiado. "Las salidas se deben restringir al máximo", apuntó, porque la instalación no es un albergue al uso. Tampoco es una cárcel, ni un programa de desintoxicación. "Vinieron dos personas que explicaron que tenían un problema de adicción y que no se veían capaces de estar aquí y decidieron marcharse; tampoco podemos tirarles de los pelos para que se queden", reconoce la experta.

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Las personas sin hogar han permanecido en la calle desde que comenzó el estado de alarma, arriesgándose a enfermar y a propagar el virus. Ese miedo se palpa en La Tejerona. "El viernes llegó una persona cuyo compañero había dado positivo", apunta García. "Tomamos la temperatura y preguntamos por los síntomas, pero no podemos hacer pruebas; vamos a llevar esto igual que el resto de personas", explica.

Wifi, cartas y ping-pong

El teléfono de David del Valle Maquinay, el director autonómico de Cruz Roja, no dejó de sonar en el pabellón donde juega el Gijón Balonmano sus partidos como local. Allí se han establecido ahora tres turnos de comidas y también se prestará atención psicológica a todos los convivan en el pabellón, de 1.880 metros cuadrados de superficie. "Las normas de comportamiento son muy básicas, las de cualquier casa", matizó Del Valle Maquinay.

El nuevo papel de La Tejerona está lleno de detalles. El pabellón está compartimentado en diferentes zonas. Lo primero que se encuentran los confinados es la zona de filiación. Allí, los voluntarios toman nota de las necesidades del interno y evalúan si presenta síntomas de coronavirus o no para evitar un contagio masivo con el resto de residentes.

La cancha está dividida por biombos de tela. Hay una zona de vida, que viene a ser la sala de estar. En ese espacio hay agua, alimentos, galletas y zumos. También juegos de mesa, barajas de cartas y hasta una mesa de ping-pong. El centenar de camas está a continuación. Cada uno de los catres está separado por un metro de distancia para cumplir escrupulosamente el protocolo anticontagio. Hay una zona para hombres y otra para mujeres. Lo mismo sucede con los vestuarios, que están adaptados para personas con movilidad reducida. Ayer, dos operarios terminaron de instalar dos redes de internet abiertas.

Todo ello forma junto a las bromas y el buen humor reinante en La Tejerona un refugio que permite a las personas sin hogar, los que han pasado la primera semana de cuarentena en la calle, poder quedarse también en casa.