La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Conversaciones en soledad con las musas

Los escritores gijoneses aprovechan los días de confinamiento para buscar la inspiración: "Ya se han hecho poemas sobre el teletrabajo"

La autora Laura Castañón, en su escritorio con vistas a San Lorenzo. LNE

El mito del autor maldito que se encierra a escribir para invocar a las musas es, ahora, una orden gubernamental. Los creadores de la región, inmersos también en el confinamiento obligatorio para evitar la propagación del coronavirus, intentan aprovechar estos días para ultimar las novelas inacabadas, los poemarios sin estructurar y las canciones sin letra. Algunos lo están llevando mejor, como la gijonesa Laura Castañón, que ya desde hace años mantiene una rutina de escribir al menos mil palabras cada día. Otros, como el cantautor Alfredo González, están haciendo lo que pueden, porque en el caso del "flaco de Turón" la pandemia le ha pillado en su casa de Tineo y lejos, por tanto, de su estudio de grabación y de su piano. No todo es malo, dice: está aprendiendo a tocar mejor la guitarra.

González atiende la llamada telefónica con un alegre: "Buenos días desde la cuarentena". Aunque no tenga su piano a mano, sí ha aprovechado estos días para terminar varias canciones por encargo que le habían solicitado y para las que parecía nunca tener tiempo. De las que sí puede hablar son las que está creando para el artista José Manuel Tejedor, pendiente de publicar su segundo disco. Las otras, son para un "proyecto secreto" del que todavía no puede hablar. "Mi problema es que estoy muy acostumbrado a estar siempre de viaje y a tocar de aquí para allá. A este paso, voy a maquearme solo para bajar la basura", bromea.

El tema del coronavirus, de momento, no le está afectando mucho y no cree que se vaya a colar en sus textos. "También es verdad que yo, que soy un poco obsesivo, me centro primero en los encargos, que los hago como separándome más del tema, y luego ya me pongo a escribir yo; y de aquí a una semana no puedo descartar que me vuelva loquísimo", dice, riendo. Agradece que, al menos, su casita de Tineo es apacible y cuenta con la compañía de su mujer, con la que se organiza para hacer las compras y reciclar. "No nos podemos quejar, yo ahora solo pienso en los pequeños comercios que se pueden arruinar con todo esto y en el palazo económico que nos tocará después. Yo los bolos que he anulado quedan aplazados, si no toco ahora tocaré más adelante, pero ellos...", lamenta.

Castañón reconoce jugar en "modo fácil" porque desde su domicilio gijonés tiene vistas a la playa de San Lorenzo. "Ahora tengo que subir vídeos todos los días a Facebook para la gente que de momento no puede venir a ver el mar", asegura. Ella está centrada en lo que cree que es el tramo final de su próxima novela, y aunque su disciplina es escribir siempre mil palabras al día, reconoce que "no siempre lo cumple" y que, ahora, cumplir su propia norma se le hace "algo cuesta arriba". "Ahora mismo tengo muchos frentes abiertos, porque estoy pendiente de mi familia, de si mis hijos están bien y ya teletrabajan, de si mi madre necesito algo... Estamos todos algo descentrados", asegura.

Cantar y recitar en casa

Está empeñada, no obstante, en volver a la normalidad en los próximos días y dejar lista esa novela, que como en creaciones anteriores estará centrada en la memoria. Como anécdota, Castañón asegura llevar años prometiendo a sus lectores que escribiría una novela distópica en cuanto terminase con su ciclo de narrativa actual. "Ahora me da un poco de rabia, porque viendo como estamos lo va a hacer mucha gente. Juro que yo tenía la idea de antes", bromea. Y aunque vaya a buen ritmo con su próximo libro, también pide "paciencia". "Siento que la gente va a pensar que aproveché estos días para terminarlo y, aunque lo haga, los plazos editoriales son largos; de momento no se puede hablar de fechas", aclara.

Inaciu Galán también está escribiendo "alguna cosilla" y él si cree que "el tema distópico" se le está colando en la temática de algún texto. "Creo que este momento es inspirador para cualquier porque es muy diferente a cualquier otro momento de nuestras vidas; sientes que estás como en el centro del huracán y sí que van saliendo historias. Y no solo yo; el otro día un compañero escribió un poema sobre el teletrabajo, por ejemplo", afirma. Mientras tanto, el poeta trabaja en varias actividades de Formientu para animar a otros creadores a cantar y recitar para sus casas. "Hay que animar un poco a los vecinos, aunque yo tengo suerte, porque vivo en La Arena y aquí hay ambientazo. Nos ponemos el himno de Asturias en el balcón y es una fiesta", agradece.

Todo el tejido cultural de la región está haciendo algo similar. El poeta Nacho González está aprovechando "no ser nada de series ni de televisión" para centrarse en sus versos y, sobre todo, en su trabajo de docencia, ahora online. "Yo creo que en cuanto pasen estos primeros días muchos vamos a poder terminar por fin esos proyectos inacabados que llevaban tanto tiempo en el cajón", asegura. El también poeta Diego Solís anda centrado en la narrativa, escribiendo cuentos cortos, y el autor Alberto Campa, más centrado en la narrativa de viajes, está amenizando con algunas de sus crónicas a sus amigos en redes sociales. "Yo lo que creo es que después de todo esto voy a considerar un amigo cercano a Fernando Simón. Lo escucho hablar en la tele y parece que lo tengo en el salón de mi casa", sentencia, otra vez entre risas, Alfredo González.

Compartir el artículo

stats