La ficción televisiva ha explotado las historias de vecinos que se llevan a matar. Pero en el barrio de El Coto, en la calle Feijoo, pasa justo al revés. Las doce personas, con cinco perros, que ocupan los cinco pisos del bloque son una piña. Se adoran. Y durante la cuarentena por la pandemia de coronavirus . Han creado su propio grupo de Whatsapp, al que han llamado "Confinamiento", economizan las compras de tal forma que salga a la calle cuanta menos gente mejor, se gastan bromas, se preparan tartas y han convertido el patio interior del edificio en una sala de fiestas. Para exteriorizar su buen rollo se han puesto de acuerdo en decorar su fachada con globos y espumillón. "Siempre nos hemos llevado bien entre nosotros, pero ahora incluso más", confiesan los residentes.

Los vecinos del bloque hacen del confinamiento una fiesta. Recientemente, organizaron su propia sesión vermú. Decidieron salir todos disfrazados a sus balcones interiores. "Pasamos una tarde muy entretenida", cuenta Laura García, que vive en el segundo con Karen Alaiz. "A todos nos gusta la fiesta", añade como posible diagnóstico para el estado de alegría permanente que vive la comunidad.

Rebeca Blanco, Diego Antón y el pequeño de 9 meses Lucas viven en el primero. Son los encargados de la música en los vermús vecinales. Tienen una curiosa norma: poner reggetón. "Si no, su perro 'Balú' ladra y no nos deja escuchar", cuenta Laura García, que lleva desde siempre en la calle Feijoo viviendo en el antiguo piso de sus padres.

Las bromas son moneda de cambio habitual para romper el tedio. Pablo Barragán, que vive en el quinto con su pareja, Natalia Álvarez, y sus dos perros, tiene afilado el sentido del humor. Una vez deslizó un rollo de papel higiénico, símbolo pop de la pandemia, atado a un hilo desde su terraza hasta el tendal del tercero, donde viven Laura Zapico, Hugo Gancedo y la pequeña de 10 años Deva. La mujer se llevó un buen susto cuando el rollo rozó su pelo. Evidentemente, Natalia, la novia de Pablo, lo grabó en vídeo sin perder detalle.

Los vecinos del bloque han decorado su fachada con globos y dibujos. Cristina Villabrille y José Alberto Rodríguez, los del cuarto, suministran el material. Tienen un kiosco en la zona. "Estamos pendientes de una subvención y mientras llega, la dejamos bonita. A muchos vecinos del barrio les ha gustado", relatan. Encontrarse con un regalo en algún felpudo del bloque no es inusual. Para endulzar la cuarentena, se preparan tartas y hasta se regalan cerveza unos a otros.

Cuando la pandemia remita prometen celebrar todos juntos una comida. Porque, al revés que en la tele, en la calle Feijoo se puede decir "aquí sí hay quien viva".