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El impacto de la pandemia en la ciudad Las consecuencias del confinamiento

La ampliación de Agromar para aumentar las conservas de bonito, paralizada

La empresa con base en El Musel, que mantiene producción y plantilla pese a la caída de los pedidos, confía en concluir la nave antes del verano

Un operario de Agromar, en una imagen anterior a la crisis del coronavirus. JUAN PLAZA

La ampliación de las instalaciones de Conservas Agromar en El Musel, con la que la empresa gijonesa prevé mejorar su linea de fabricación de conservas de bonito, va a retrasar su puesta en servicio debido a la paralización de la obra de construcción de las instalaciones, en cumplimiento del real decreto que ordenó el cese de toda actividad no esencial como medida para disminuir el número de contagios por coronavirus.

La conservera gijonesa sigue trabajando con normalidad, dado que al producir alimentos es un sector esencial. No ocurre lo mismo con la construcción, lo que ha llevado a la paralización de la obra necesaria para aumentar la capacidad de la fábrica ubicada en el Muelle de Rendiello, el muelle en el que amarran los barcos pesqueros y en el que también se encuentra la rula en el puerto gijonés.

Agromar cuenta actualmente con unas instalaciones de unos 2.500 metros cuadrados en el puerto gijonés y la inversión que tiene en marcha consiste en construir otra instalación aledaña de 600 metros cuadrados y dotarla del equipamiento necesario para su actividad fabril, con una nueva cámara de frío. La obra se encuentra ya muy avanzada.

La inversión se está ejecutando en dos fases. La primera, que es la que ha quedado temporalmente en suspenso por la alerta sanitaria, asciende a 600.000 euros y la compañía tiene previsto una segunda para el año que viene con una cuantía de 300.000 euros para nueva maquinaria.

La empresa esperaba la entrega de la obra en marcha para el mes de mayo, plazo que ahora se va a alargar, ante la paralización forzosa de los trabajos. El objetivo, en todo caso, es intentar conseguir que la instalación pudiera estar operativa para el verano, para entrar en servicio ya de cara a la costera del bonito de este año. Todo dependerá de lo que se prolongue la situación excepcional que atraviesa España por la pandemia del coronavirus. La nueva inversión permitirá a la empresa incrementar entre un 20% y un 25% su producción, alcanzando ese objetivo paulatinamente a lo largo de varios años.

La situación también está repercutiendo negativamente en las ventas de esta pequeña empresa familiar. Mientras las grandes compañías conserveras que fabrican cantidades masivas para las grandes superficies están aumentando el ritmo de producción, no está aconteciendo lo mismo con las pequeñas, especializadas en productos de gama alta. Es lo que ocurre con Agromar, que fabrica conservas de alta calidad y aunque parte de su producción se destina a establecimientos de alimentación, muchos de cuyos clientes son restaurantes, ahora cerrados. Buena parte de las latas que se llenan en Agromar se exportan precisamente al mercado italiano, también para la hostelería, y donde la situación sanitaria y las consecuencias económicas son como las de España sino peores.

La situación, no obstante, no está repercutiendo en el empleo. La compañía está manteniendo su plantilla habitual, integrada por 20 trabajadores indefinidos y otros diez eventuales durante dos campañas (la de principios de año a punto ya de concluir y la del bonito en verano). Actualmente la empresa está centrada en envasado de atún, tarea que suele adelantar cada año para dejar libres las instalaciones para la campaña veraniega del bonito.

La crisis sanitaria sí ha obligado a reajustar los turnos y sistema de trabajo en la factoría, para mantener las condiciones de seguridad requeridas para los trabajadores. Así, se han aplicado cambios de horarios y en el descanso de jornada los operarios se van a comer cada uno a su casa. También se ha modificado la distribución de los trabajadores dentro de las instalaciones, para guardar las distancias entre ellos.

Entre otros productos, Conservas Agromar ha venido procesando cada año unos 150.000 kilos de bonito, 25.000 de bocarte y 100.000 de oricios (que se traducen en 5.000 de huevas), además de elaborar platos preparados y patés, entre otros productos.

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