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JUAN LOZANO BELMONTE | ARCIPRESTE DE GIJÓN Y PÁRROCO DEL CORAZÓN DE MARÍA

Religioso de espíritu libre y digital

El misionero claretiano, amante de la naturaleza, el deporte y el buen cine, mantiene sus misas diarias que retransmite en directo por internet

Religioso de espíritu libre y digital

A punto de cumplir medio siglo de vida y 25 años de sacerdocio, el claretiano madrileño Juan Lozano Belmonte estaba a punto de vivir su primera Semana Santa marinera como Arcipreste de Gijón, pero la pandemia de coronavirus ha obligado a retrasar el debut de este hombre de "espíritu libre, amante de la naturaleza, del deporte y buen organizador" que llegó en 2016 a la ciudad para convertirse en párroco del Corazón de María, donde su afición por las redes sociales le ha permitido llevar la fe más allá de los pórticos del templo. Sus prioridades, desde que tomó posesión del cargo, son potenciar el trabajo en Cáritas arciprestal y llegar con el evangelio a la población de entre 30 y 50 años, los más alejados de la Iglesia en la sociedad.

Juan Lozano soplará las velas el próximo 21 de abril, en pleno confinamiento. Fue alumno durante catorce años del colegio Claret en Madrid, el centro que la congregación que fundó el misionero catalán Antonio María Claret y Clará tiene en la capital. Fue allí donde pronto se empapó de la filosofía y espiritualidad de la orden, manteniendo siempre la vinculación al centro y a sus valores. Comenzó la carrera de Derecho, pero a punto de cumplir los tres años sintió la irremediable llamada de la fe y es por ello que tomó la decisión de ingresar en la congregación. El próximo septiembre se cumplirán los veinticinco años de su primera profesión como claretiano.

Fue en Madrid donde comenzaron sus primeros servicios, tras completar Teología con la especialidad de espiritualidad, en la parroquia y en el colegio Claret. Su espíritu libre chocaba con las ataduras y horarios que irremediablemente se viven en las aulas día a día y pronto empezó a formar parte de un equipo itinerante de atención a laicos y familia, con charlas y ejercicios, para matrimonios jóvenes y esas personas que tras la Universidad suponen un gran reto para la iglesia. Poco después, se ofreció voluntario para la misión que los claretianos tienen en San Petersburgo y Murmansk, en Rusia. Fue allí, en la parroquia católica más al norte del mundo (famosa localidad por albergar la flota principal rusa de submarinos en el círculo ártico), donde colaboró durante dos años. La brecha con el difícil idioma le trajo de vuelta a España.

Casi en vuelo directo aterrizó en Gijón en 2016 para asumir la labor parroquial. Cuentan quienes le conocen que es uno de los pocos "foriatos" que ha sabido entender a la perfección lo que supone el Sporting en Gijón. "No todo el mundo lo ha entendido, pero para ser un buen pastor hay que saber lo que supone el sentimiento sportinguista en la ciudad", bromea un compañero para explica que "encaja bien" cuando hay pocos feligreses en misa si coincide con partido en El Molinón. En el templo claretiano hace ya tiempo que comenzó a retransmitir en directo sus homilías fruto de su pasión, en el plano personal y pastoral, por las redes sociales, consciente de que es una gran herramienta para la evangelización. La primera imagen que les viene a la cabeza a sus feligreses es la de su párroco como maestro de ceremonias con un micrófono de diadema "como los que lleva Madonna".

Lozano, que también ha viajado a Paraguay, Honduras y Brasil tutelando a jóvenes que acudían los veranos de voluntariado, tiene en la montaña y la naturaleza su vía de escape. Es de los que hace por ir porque lo necesita interiormente. El deporte, cualquier tipo de actividad física, es para él como la eucaristía o la oración. Y cuando dispone de tiempo disfrutan visionando las grandes películas del cine. Da igual el género, aseguran, pero buen cine. En todo lo que hace hay mucha organización. "Es muy perfeccionista, todo al detalle, en su sitio", describen sobre este sacerdote "dinámico" que no puede" parar quieto y siempre busca retos y planteamientos nuevos".

Ese perfil le llevó a contar con el apoyo de los párrocos de Gijón que, junto a otros dos sacerdotes, lo propusieron para arcipreste. Tras consultar con el superior de la compañía, Lozano aceptó el mandado del arzobispo de Oviedo para desempeñar el cargo durante tres años. En todo el mandato, a buen seguro, habrá orden, sentido y dinamismo.

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