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Las cofradías se quedan sin aniversario

La junta de hermandades pospone los actos y nuevos ornamentos previstos para festejar los 25 años del regreso de las procesiones

Las cofradías se quedan sin aniversario

Los nervios previos al Domingo de Ramos que comparten los penitentes, extasiados ante avalancha de pasiones y emociones que desata la marinera Semana Santa de Gijón, se han traducido en desazón y añoranza del olor a incienso y las procesiones que, por el estado de alarma, no recorrerán estos días las calles, justo el año en el que las cofradías iban a celebrar la restitución de esta fiesta a caballo entre lo religioso y lo cultural que en los últimos 25 años había ido ganando adeptos a base de la fe de sus promotores. Ni bendición ni borriquilla hubo ayer. "Es un cumpleaños que no podremos celebrar; ahora tenemos sentimientos encontrados, de tristeza y pena por estar en casa, pero también hay un sentido de la responsabilidad ante una situación grave y excepcional que hace secundario nuestro sacrificio. Lo importa ahora es trabajar todos juntos contra esta plaga", reflexiona Ignacio Alvargonzález, presidente de la Junta Mayor de Cofradías y Hermandades Penitenciales de Gijón y guía de la Hermandad de la Santa Misericordia.

Los preparativos se habían intensificado en los últimos meses tras todo un año puliendo los mantos y confeccionando nuevas telas para vestir a las quince imágenes que procesionan cada año en la ciudad durante los siete días de procesiones. La Santa Vera Cruz, fundada en 1645, contaba con poder estrenar la nueva corona que hubiese lucido la Virgen de la Piedad; y la Santa Misericordia, de 1784, había adquirido recientemente un nuevo dispensario. "Nuestras novedades eran la reforma de pasos, engalanándolos con nuevos faldones y revestimientos; además habíamos preparado en los ensayos nuevos pasos, ritmos y movimientos procesionales del paso", añade Alejandro Vallaure, maestre del Santo Sepulcro, la tercera y más joven cofradía de Gijón, constituida en 1942.

Los cofrades hasta tenían prevista una gran exposición conmemorativa para instalar en la Antigua Rula y habían planteado la celebración de un concierto a cargo de la Escolanía de Covadonga. "Tenemos que pensar que es como si por la lluvia no pudiésemos salir este año, y esperar al que viene", apunta Juan Antonio Rodríguez-Pládano Rodríguez, de la Santa Vera Cruz. El cartel conmemorativo de los 25 años -con los capirotes negro, rojo y morado- ni siquiera llegó a lucir en marquesinas ni escaparates. Tampoco el de este año, obra de Juan Carlos Sesmilo, que, por primera vez, reunía (tradicionalmente se encarga cada año una cofradía) imágenes que portan las tres hermandades con San Pedro al fondo. En el sentido de las agujas, aparecían, El Resucitado, La Dolorosa, San Pedro, la urna del Cristo Yacente, La Piedad y El Nazareno.

Una tradición de 1645 con altos y bajos

La tradición de las procesiones se remonta en Gijón al año 1645 de la mano de los monjes franciscanos. Su mayor esplendor llegó a finales del siglo XIX y las dos primeras décadas del XX, coincidiendo con el desarrollo de la ciudad y la llegada de más habitantes. A partir de 1931 fueron decayendo esas manifestaciones religiosas mientras que la Guerra Civil provocó la pérdida de varias imágenes y ornamentos. Solo se salvaron los mantos de la Virgen Dolorosa y porque estaban en casas particulares. También su corona y puñal, que fueron robados de la iglesia hace dos años. Tras el conflicto, con altibajos, volvieron los gijoneses a procesionar hasta que definitivamente desaparecieron en 1970 a raíz del Concilio Vaticano II. Fue el empeño de muchos feligreses lo que hizo posible recuperar la Semana Santa de Gijón en todo su esplendor. "Una de las cosas más llamativas es que Gijón tiene fama de ser una ciudad laica, pero creo que es equivocado; llama la atención el silencio, el respeto y la multitud de personas que acuden a verlo, cada año más", asegura, Javier Gómez Cuesta.

El párroco de San Pedro, epicentro de las celebraciones (con colaboración de la Iglesiona y San José), ve muy valioso que Gijón recuperase la Semana Santa tras tantos años, algo que "es muy difícil". Su objetivo ahora es recuperar el paso de los "cuatro moñinos", que representa la escena de Jesús ante Pilato cuando hacen burla de él y le colocan la corona de espinas. "Era uno de los pasos que se perdieron en Gijón, confío en que si Dios me da salud lo volvamos a ver", confía Gómez Cuesta. Esa misma es la esperanza que mantienen los feligreses, que el año que viene, ya sin pandemia, vuelvan las procesiones por las marineras calles de Gijón.

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