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El encuadre más simbólico

El "Elogio del Horizonte" es, por méritos propios, uno de los lugares más fotografiados de la ciudad

El perro "Beethoven".

Central Park y el puente de Brooklyn en Nueva York, el museo del Louvre y la Torre Eiffel en París o el Templo de Debod y la Puerta del Sol en Madrid tienen algo en común: son los lugares más retratados de algunas de las ciudades más fotografiadas del mundo. Así lo demuestran las redes sociales, especialmente aquellas dedicadas a la fotografía, donde amateurs y profesionales cuelgan sus imágenes en busca de una mayor repercusión. Ese puesto en Gijón tiene, desde hace justo treinta años, un rey indiscutible y por méritos propios: una mole de hormigón de medio millar de toneladas y una decena de metros de alto que preside la ciudad desde las alturas y que Eduardo Chillida, su autor, bautizó como el "Elogio del Horizonte".

Poco podía imaginarse el artista de la Bella Easo -o igual sí, porque los genios acostumbran a adelantarse a su tiempo- que su obra iba a ser uno de los sitios con más presencia en redes sociales de la ciudad. Cuando se erigió, hace ahora tres décadas, aún faltaba más de un lustro para que comenzaran a existir esas plataformas que ahora se pueblan de las fotos de su obra, ganando likes por doquier, y más de una docena de años hasta que se hicieron populares entre la juventud. Algo se olería, sin embargo, el por entonces alcalde Vicente Álvarez Areces, que sospechaba que con aquellos 100 millones de pesetas que costó la obra compraba algo más que una grandiosa escultura: compraba un emblema de la ciudad.

Así lo atestiguan gijoneses y visitantes que a lo largo de los años han posado junto al símbolo de la ciudad a mediodía o sintonizados con la puesta de sol, calados por el orbayu del invierno o con el calor estival picando en la cerviz. Solos, en pareja, en familia, con amigos o acompañados de sus mascotas.

"Nadie puede visitar Gijón sin sacarse una foto en el 'Elogio'". Así de tajante se muestra Marina Díaz Hermida, que precisamente por ello no dudó en llevar a su amiga y la pareja de esta, ambos madrileños, a visitar la escultura de Chillida. A ella la había conocido durante su "Erasmus" en París, en la Universidad de La Sorbona. Un patrón que se repite con cierta asiduidad: si hay que presumir de gijonesismo, que sea en el "Elogio". "Estuvieron un par de días en Gijón y lo primero que hice cuando llegaron fue llevarlos a dar un paseo por San Lorenzo para acabar subiendo al Cerro" y, por supuesto, fotografiándose frente al emblema de hormigón.

"Les encantó la ciudad y, en especial, el 'Elogio' y su entorno", explica Díaz, "se quedaron enamorados del lugar". Sobre todo él, que es fotógrafo, "y aprovechó para hacer muchísimas fotos", valiéndose de la puesta de sol. "No se contempla una visita a Gijón sin ver el 'Elogio'", remarca.

Así lo cree también Catrina Manson, estudiante de Diseño de Interiores en la Universidad de La Coruña. Cuando sus compañeros de clase decidieron venir a visitarla a Gijón, tuvo claro el itinerario. "Dimos una vuelta por la ciudad y Cimavilla, y acabamos en el 'Elogio'", explica. El perfecto colofón a la jornada turística. "Si no, la visita no estaría completa", enfatiza. Los últimos rayos de sol hicieron el resto. "Se quedaron muy impresionados por las vistas que había", recuerda Manson. Pero también por la historia que esconde, edificado sobre unos búnkeres de la Guerra Civil: "les llamó poderosamente la atención".

El "Elogio del Horizonte", en su atalaya natural que es el Cerro Santa Catalina, es también "uno de los sitios más románticos de Gijón". Así lo expresa Alejandro Mieres. A las pocas semanas de comenzar su relación con su novia, hace ya más de tres años, aprovecharon un paseo para subir a hacerse una foto muy especial, junto a la escultura de Chillida. "Quedó muy mágica", expresa. Precisamente por ello, desde entonces, más o menos en las mismas fechas, repiten la fotografía. "Qué mejor que este sitio, que es uno de mis favoritos de Gijón" para guardar un recuerdo así. Mieres destaca que "desde allí se ve todo, y las puestas de sol y los atardeceres son una pasada".

A ellos no se resisten ni siquiera los animales. Es el caso de "Beethoven", un perro adoptado de cuatro años proveniente del sur al que, como asegura su dueña, Katia Blanco, "le encanta su nueva ciudad". Por ello, en su cuenta de la red social Instagram ilustra su día a día a su manera, aprovechando para enseñar "zonas emblemáticas de la ciudad. Y entre ellas, por supuesto, no puede faltar el 'Elogio'", el photocall más utilizado de la ciudad.

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