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La playa de Poniente sopla 25 velas

La bruma de aquel día impidió tomar el sol a los usuarios, que tampoco pudieron bañarse hasta el verano por la contaminación

Usuarios de la playa de Poniente, ayer, con distancia de seguridad. JUAN PLAZA

Los gijoneses pisaban por primera vez hoy hace 25 años la arena de la playa de Poniente. No así sus aguas, que tardarían aun semanas en abrirse al baño, debido a los episodios de contaminación que arrastraban. La jornada, poco soleada y con niebla, no era la más propicia para bajar al recién inaugurado arenal de la zona oeste -junto con El Arbeyal, también de reciente creación-, pero fueron muchos los que no quisieron perder la oportunidad de disfrutar del primer día de playa en la nueva instalación. Fue, en palabras de Álvaro Tuero, presidente de la asociación de vecinos Atalía de El Natahoyo, "todo un acontecimiento".

"Fue un antes y un después", enfatiza el histórico dirigente vecinal, que recuerda la creación de aquella nueva instalación de esparcimiento, ocio y turismo como "todo un alivio". Por entonces, rememora, "aquí no había nada. Para ir a bañarse había que ir a San Lorenzo". Una situación que cambió por completo con la apertura de la nueva playa, con Vicente Álvarez Areces como Alcalde de la ciudad y Josep Borrell, por entonces Ministro de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente como invitado de honor. "Con esta playa se le restaura a Gijón lo que se la ha quitado", enfatizó entonces el regidor gijonés.

El hecho de contar con un arenal en la zona oeste "fue muy bueno para el barrio", remarca Tuero, "ayudó mucho al crecimiento de la economía". Creció el turismo y la actividad en la zona Oeste y se crearon multitud de comercios, restaurantes e incluso 3 hoteles, explica Tuero. "Fue el no va más para todos", explicita. También para los habitantes de aquella zona de Gijón, que "pasamos de no tener nada a tener dos playas, con todos los servicios". Un salto cuantitativo pero, sobre todo, cualitativo que se hizo notar desde el primer momento.

"Volvimos a mirar al mar de verdad", enfatiza el histórico dirigente vecinal, "toda la fachada marítima estaba perdida". Con la creación de estos equipamientos para la ciudadanía "perdimos los astilleros y, con ellos, miles de puestos de trabajo, pero recuperamos la mirada al mar". Tuero lo tiene claro: "sin playas no se hubiera revitalizado el barrio".

Así lo cree también otra de las dirigentes vecinales con más experiencia de la zona Oeste gijonesa. "Para esta zona, fue todo un alivio", resume Teresa Prada, presidenta de la asociación vecinal Alfonso Camín de La Calzada, que recuerda que aquellos espacios eran entonces "un lodazal". La obra, de gran envergadura, "hacía falta porque si tienes una playa tienes un tesoro".

Prada es consciente de que la creación de la playa supuso una difícil disyuntiva para la ciudad entera. "Era decidir entre seguir con los astilleros o apostar por el turismo; decidir entre quedarse estancados o el progreso", explicita. Una decisión que, para la dirigente vecinal "fue la correcta". También hubo polémica a cuenta de la nomenclatura que debía recibir el arenal. Playa de Poniente -como hoy se le conoce-, de El Natahoyo -como se le nombraba oficiosamente en el momento de su apertura-, de Pando -en honor al antiguo pedreru que había en la zona- o incluso de Castrillón -por un muro construido en ese lugar en el siglo XIX- fueron las opciones más demandadas por los vecinos.

"La zona mejoró mucho", asegura, "antes no se podía ni pasear". Los barrios de aquella mitad de la ciudad ganaron una playa, pero también un paseo para el esparcimiento. "Fue un gran beneficio en lo económico y también en lo relativo al ocio", resalta.

Que la nueva playa iba a ser un gran polo de atracción de visitantes quedó claro desde el momento mismo en que comenzaron las obras para su creación. "Fue impresionante", rememora Prada, "vino gente de todo Asturias a ver cómo se rellenaba de arena la playa. No se había visto nada igual, fue todo un acontecimiento".

"Estábamos huérfanos de mar", zanja Emilio Rodríguez, presidente de la asociación de vecinos Pando de Poniente. "La construcción de esta playa fue una maravilla para toda la zona Oeste", explica, "fue recuperar el mar, volver a mirarlo de frente". En suma, fue crear "un pulmón" salino.

Antes de que se apostara por implantar el arenal, Rodríguez aún recuerda que "estaba todo degradado". Por eso se celebró en los barrios más cercanos cómo "desde las administraciones se volvía a mirar para nosotros". Hoy ya pocos dudan que "fue una obra maravillosa para la zona Oeste y para todo Gijón".

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