El gran coliseo gijonés levantó el telón tras una remodelación a fondo con una actuación del tenor canario Alfredo Kraus hace hoy 25 años y, desde entonces, ha sido lugar de referencia y punto de encuentro para la cultura en la villa del prócer que le da nombre. Divertia tenía planeado un completo programa de actividades para la efeméride, pero el covid-19 ha dado al traste con las celebraciones. No obstante, la ciudad no olvida un cumpleaños muy especial que pronto se podrá celebrar.

El teatro Jovellanos es el heredero directo del teatro Dindurra, del arquitecto Mariano Marín y edificado a finales del siglo XIX en el mismo solar del paseo de Begoña, y bautizado con el nombre del famoso empresario Manuel Sánchez Dindurra. El primitivo coliseo fue inaugurado en el año 1899, con Gijón consolidada como una de las grandes poblaciones industriales del norte y con el gran Puerto de El Musel Junto con el Dindurra también existió en Gijón un primer teatro Jovellanos, ubicado en el solar donde luego se edificó el Banco de España, y que ahora ocupa la Biblioteca Jovellanos. Ese primer local, bautizado con el nombre del Ilustrado gijonés permaneció en funcionamiento hasta el año 1934. Luego, fue destruido por los bombardeos de la Guerra Civil sobre Gijón.

Idéntica suerte corrió el Dindurra, también reducido a escombros en la contienda tras un ataque aéreo de la aviación, después de haber disfrutado durante 40 años de las mejores funciones teatrales de la ciudad. Fue reconstruido por iniciativa de la familia Ortiz y las obras culminaron en el año 1942, ya con el nombre de teatro Jovellanos que ha llegado a nuestros días, y tras varias décadas de funcionamiento se acometieron las obras definitivas de remodelación y modernización en el año 1995, hace hoy un cuarto de siglo.

Hasta entonces, el coliseo ofreció célebres temporadas teatrales durante 45 años, con hitos como la proyección de "Emmanuelle" y el furor por el destape en los últimos años de la década de los años setenta. Raphael, fue otro de los triunfadores en aquella etapa, que tuvo que salir escondido de sus "fans" por una puerta lateral. Pero a mediados de los años 80 el Jovellanos ya lucía un gran deterioro y se fue quedando relegado frente a sus competidores. En 1987 la empresa que lo regentaba en alquiler procedió a cerrarlo, y algunos de los proyectos que se barajaron entonces contemplaban incluso la creación de una macrodiscoteca entre sus muros.

Fue la inquietud de un grupo de gijoneses, preocupados por mantener en activo uno de sus principales bastiones culturales, la que logró reflotar la actividad para la que nació originalmente el Jovellanos. Enseguida se creó la Asociación de Amigos del Teatro Jovellanos, de la que se convirtió en portavoz Luis Felipe Capellín, entonces secretario general de actividades diversas del sindicato CC OO. "El Jovellanos cerró en un momento en que la ciudad atravesaba un periodo muy crítico, muy difícil; su desaparición significaba desertizar aún más una ciudad muy entristecida; la reacción de buscar soluciones fue espontánea", rememoraba hace 25 años. Así pues, y con la amenaza de ver el teatro reconvertido en discoteca para masas, pronto se empezaron a dar los primeros pasos para remozar el Jovellanos con su objetivo primigenio. A los ciudadanos de a pie se unieron personalidades como el dramaturgo Buero Vallejo, el "oscarizado" Gil Parrondo, Arturo Fernández y asociaciones profesionales como la Unión de Actores. Entidades como Alsa y la entonces Caja de Asturias se mostraron dispuestos a colaborar, aunque el camino no fue fácil.

Los grandes costes que podría suponer una obra de esta envergadura para las arcas municipales fueron un factor que jugó en contra del proyecto, pero la presión ciudadana fue muy grande y otras alternativas, como el Teatro de la Laboral o el pabellón polivalente de deportes se revelaron inviables. Fue una visita del ministro Cosculluela, responsable de Obras Públicas en el año 1989, con su compromiso para financiar la reconstrucción del Jovellanos, la que finalmente empezó a sentar los cimientos la gran actuación que culminó hace ahora 25 años.

El Ministerio se comprometía a costear la mitad de las obras, previa compra de la propiedad a los Ortiz por parte del Ayuntamiento. Una operación no exenta de disputas, porque la familia propietaria no consideraba justo el precio que se ofrecía, lo que dio lugar a un largo enfrentamiento legal que llegó al TSJA y al Tribunal Supremo para determinar el justiprecio del inmueble. Con todo, las cifras que se manejaron, entonces aún en pesetas, no fueron poca cosa. Comprar el coliseo y rehabilitarlo costó 1.300 millones de pesetas: 760 millones para pagar la compra y 447 millones para las obras con proyecto de Nanclares, Nieves Ruiz y González Moriyón. El fallecido Vicente Álvarez-Areces era entonces el alcalde.

Finalmente, la inauguración fue por todo lo alto, con la actuación estelar de Alfredo Kraus con varias obras de ópera y zarzuela, acompañado por la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), bajo la dirección de Maximiano Valdés. Algunos invitados ilustres se cayeron de la lista, como la Reina Doña Sofía, pero sí estuvieron presentes la ministra de Cultura, Carmen Alborch; la consejera de Cultura del Principado, Amelia Valcárcel; y el delegado del Gobierno en Asturias, Manuel Ponga; así como el director general de la Vivienda del Ministerio, Borja Carreras.

El Jovellanos se reinauguró con una ganancia de espacio en todas partes, salvo el patio de butacas, ante la necesidad de ampliar el foso de la orquesta: pasó de 1.314 plazas a 1.205 después de la rehabilitación, pero la superficie total construida llegó a los 5.995 metros cuadrados frente a los 3.945 de la estructura anterior. El escenario actual tiene 21 metros de ancho, 17 de fondo y 370 metros cuadrados de superficie, mucho más que el anterior. Y los camerinos, aseos, sastrería, peluquería y almacenes pasaron a ocupar 600 metros cuadrados. También se ha incrementó notablemente la superficie de las áreas de relación y vestíbulos, con una sala de ensayos que antes no existía.

Alfredo Kraus ofreció en la noche de la reinauguración un repertorio compuesto por obras de Verdi, Donizzetti, Bellini, Gounod y Cilea en la primera parte, con zarzuela en la segunda con piezas como "La Revoltosa", "Doña Francisquita" o "La Tabernera del Puerto". Un colofón de oro a una puesta de largo que, desde entonces, y salvo el paréntesis para una restauración hace diez años en el patio de butacas y la caja escénica, ha mantenido al Jovellanos en la cima del circuito nacional de teatros. Por él han pasado grandes nombres del espectáculo, desde Bob Dylan hasta Vonda Shepard o la Orquesta Nacional Francesa.

Además de conciertos, ha sido escenario para numerosos galardonados con los Premios "Princesa", las galas del Festival de Cine, de los premios "¿OH!", Feten, el Antroxu y decenas de actuaciones de todo signo a lo largo de cada temporada, siempre con un programa que trata de traer a Gijón a los mejores. Con éxitos y aplausos, luces y sombras, y un cariño inquebrantable de los gijoneses por su coliseo.