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El editor de "Bajamar" pide ser temporero

César G. Santiago busca ingresos para seguir publicando libros: "Estoy apuntado en dos listas para ir al campo y recoger lo que sea"

César García Santiago.

La nueva realidad que ha traído la pandemia por el covid-19 ha empezado a asomar su cara. A veces puede resultar un poco desconcertante. El mundo de antes -o sea, casi el de ayer mismo- muta por horas y nos coloca ante marcos vitales que hasta no hace mucho juzgábamos como un poco surrealistas. César García Santiago es de los que procura adaptarse al cambio de los tiempos sin aspavientos o sin dar una voz más alta que otra. "Lo que no puedes hacer es abandonar; hay que trabajar para seguir intentando cosas", dice. Es, sin duda, de los que no tiran la toalla. Hace sólo unas semanas era un modesto editor feliz: su colección de poesía "Bajamar" marchaba de viento en popa, con más de cuarenta titulados editados en tres años. Un sueño logrado a base de mucho tesón, paciencia y una distribución sin más logística que la de su persona, sudando cada ejemplar. Un fajador de la cultura.

Y, como tal, alguien que vive al día. La pandemia y el confinamiento han desbaratado buena parte de esa precaria estructura. Si las grandes editoriales tiemblan ante el sombrío escenario en el que nos movemos, ¿qué no ocurrirá con un humilde editor periférico? Aun así, sus sueños y proyectos siguen intactos. Tanto que ha sido de los primeros en hacerse eco de la llamada urgente de las patronales agrarias, que han pedido mano de obra para poder recoger las cosechas del campo español. No ha dudado en inscribirse como temporero. Su plan pasa por trabajar un tiempo para sacar el dinero que le permita seguir con lo suyo: publicar libros.

"Estoy apuntado a dos listas de temporeros, una de la COAG y otra de ASAJA, para ir adonde me digan a recoger lo que sea", explica. "Lo decidí así hace ya días, porque vivir de la edición es muy difícil y tengo que buscar alternativas", añade. Es también maestro y está incluido en una bolsa de interinos. Pero casi tiene menos esperanzas por este lado que por la de colocarse de temporero.

César G. Santiago, ovetense de 41 años avecindado en Gijón desde 1996, quiso hacerse editor cuando de chaval pasaba las páginas de la "Gran Enciclopedia Asturiana". Según confesión, tuvo como modelo al patrón de aquélla y otras muchas empresas relacionadas con los libros. Silverio Cañada, fallecido en 2002, ha sido un espejo en el que mirarse. Y así, ha publicado un centenar de títulos. Los primeros salieron bajo el nombre "La Cruz de Grado" (tiene un fuerte vínculo con la villa moscona), aunque han visto la luz bajo su sello desde cómics a biografías del "guaje" Villa y del recordado entrenador Preciado. La apuesta con mayor repercusión ha sido, no obstante, la colección de poesía "Bajamar". A veces, vende personalmente esos poemarios en la escalera 8 del Muro. Son muchos los poetas asturianos y de otras latitudes que profesan gratitud y un fuerte cariño a este editor.

Como todos los tímidos, César G. Santiago tiene momentos de osadía. El pasado febrero, un mes antes de declararse el estado de alarma, sacó otra colección más, "Azor", de novela, cuento, microrrelato... Libros de Miguel Ángel Gómez, Aba Viejo o Nieves Viesca. Saldrán pronto obras de Lucas Castillo o Armando Murias. Y quiere, además, poner en marcha el proyecto "Melibea", centrado en escritoras y ensayistas.

Y tiene también hecha la maleta para acudir como temporero allí donde le reclamen. "Vi en el telediario que necesitaban trescientas mil personas para trabajar en el campo y no lo dudé; sé que me han admitido porque llegó un correo diciéndomelo, así que estoy esperando", hace resaltar César G. Santiago. Este editor se agarra a la nueva realidad como puede.

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