La iglesia del Corazón de María había empezado a inicios de año una reforma con la idea de potenciar la luminosidad natural del templo. Pese a que cuenta con vidrieras amplias, su falta de mantenimiento y el recubrimiento de madera oscura colocada en la parte baja de las paredes llevaban años dejando un ambiente más bien sombrío durante la mayor parte del día. Su párroco y arcipreste de Gijón, Juan Lozano, decidió limpiar todas las cristaleras y repintar la instalación. Tenía previsto "inaugurar" la obra a mediados de marzo. "Justo el día en el que se decretó el estado de alarma es cuando terminaban los trabajos, así que tuvimos que aguantar. Ahora ya por fin nos estrenamos", se felicita.
El proyecto fue sencillo y no requirió una gran inversión. "Cambiamos la madera oscura de las paredes por otra de haya, que es mucho más clarita, y pintamos el techo de color azul celeste y el gresite de un blanco hueso. Fueron modificaciones pequeñas, nada del otro mundo, pero la iglesia ahora parece más amplia por ser menos oscura", explica el sacerdote, que recibirá a los primeros fieles esta semana, con la llegada de la fase 1 de la desescalada.
El Corazón de María dispone también ahora de una moderna instalación de iluminación led, que redistribuye la luz de forma más gradual. "Es una iluminación perimetral, ya no cae directamente contra el suelo, así que está mejor distribuida. Con esas cuatro cosas y una reorganización de los bancos, que ahora están más espaciados, hemos ganado mucha luz en todo el edificio. No podemos hacer mucho más porque la planta es rectangular y nos condiciona. Las iglesias modernas son semicirculares para redistribuir mejor este tipo de cosas", matiza Lozano. Y destaca que, aunque hoy oficiará de nuevo misas, los feligreses solo podrán acceder al templo mientras no se supere un tercio de su aforo.
