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Del balcón a la terraza en ordenada multitud

"No esperábamos tantos clientes", afirman los pocos hosteleros que abrieron en la primera jornada de la fase 1 l Música en la Ruta de los Vinos y mucha limpieza en las tiendas de ropa

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La hostelería en Gijón reabre a medio gas

Tirar una caña es como montar en bicicleta: no se olvida. Petru Bozbici reflexionaba ayer sobre ello mientras abría el grifo de cerveza y llenaba un vaso. Tras 60 días en casa, el camarero sudó la mascarilla tomando comandas en una terraza de la plaza del Instituto uno de los pocos que abrió sus puertas en el día en que Gijón entró en la fase 1 de la desescalada. "Hoy es como el día que abrimos. No queda otra que ir poco a poco", decía.

Alfonso Villalta es el encargado de la terraza del Parchís en la que trabaja Bozbici. En el interior del local, un sitio proscrito por ahora para los clientes, atiende al parte meteorológico. Desea que hoy no haya agua, no vaya a ser que llueva sobre mojado. "Lo hemos pasado mal, 60 días sin trabajar es demasiado", apuntaba. Su primer día no fue mal del todo. El sol pegajoso de la mañana animó el cotarro. "No nos ha ido mal, por momentos no hubo mesas libres. No esperábamos tantos clientes. Pero falta mucho para que las cosas vuelvan a ser como antes", lamentaba.

El pesimismo no se estila entre la clientela. El tiempo es una magnitud relativa, pero tres meses sin tomar un corto es a todas luces demasiado. En un bar a la altura de la escalera ocho de San Lorenzo, Noelia García, Lucía García, Teresa Burón y Manuela Gabriel saborean la primera cerveza al aire libre en meses. "Nos han tenido que quitar la libertad para saber valorarla", decía.

Eva Suárez trabaja en una inmobiliaria. Ayer, disfrutaba de una "birra" en una terraza de la calle del Buen Suceso, poco después de haber acudido a su primera jornada laboral presencial en meses. "Todo está muy mal, con gente que no puede pagar el alquiler, así que aquí estoy, ahogando las penas en alcohol", resumía.

Un cantautor callejero amenizaba con una versión muy libre de "The Passenger" de "Iggy Pop" la mesa en la que Pepe Llano, Marga Ortega y Noelia González daban buena cuenta de sus vinos en una terraza de la calle Santa Rosa, en la Ruta. La jornada tenía casi tintes históricos para Llano. "Me he levantado un poco antes para ir a trabajar y así salir primero para tomar el vermut", afirmaba el varón. "Hay que apoyar a la hostelería local, al comercio de aquí", proclamaba.

Falta va a hacer porque aunque ayer las colas dejaron de ser patrimonio único de supermercados y tiendas de alimentación y se vieron por primera vez en semanas en ferreterías y zapaterías, a los comerciantes aún les queda mucho túnel que recorrer antes de ver la luz. María Díaz tiene una tienda de ropa en el barrio de La Arena. "Me ha dado pena ver cómo está el barrio. Han abierto muy pocas terrazas", afirmaba. "Los vecinos se están volcando mucho, pero para nada las ventas han sido como las de un día normal", relataba una mujer que lleva 20 años con su negocio y que ayer se fue con una sensación ejemplarizante: "Ha sido como el primer día". "Para ser el primer día, no me ha ido del todo, pero no ha sido para tirar cohetes", contaba Noelia Herrador, que vende lencería y se pasó media jornada limpiando. La actividad también regreso a las galerías de arte, como la de Aurora Vigil-Escalera, que estrenó la exposición "Transitando", del artista Juan Díaz.

"Abrir era una necesidad imperiosa, pero hay que ir poco a poco", resumía Francisco Patón, propietario de una zapatería en la calle Marqués de Casa Valdés. Y es que el día en que Gijón estrenó la fase 1, el paso de los balcones a las terrazas y al comercio fue a medio gas.

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