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Los hoteles familiares de Gijón toman la delantera

Grupos de trabajadores llegan a las habitaciones de los alojamientos pequeños l Las grandes cadenas, seguirán cerradas: "Abrir es la ruina"

María Luisa Acera hace la cama de una habitación de su hotel en Cimadevilla. JULIÁN RUS

Bajo la mascarilla, María Luisa Acera lleva los labios pintados. No es un día más desde que se decretara el estado de alarma. Ayer, la dueña del céntrico hotel La Casona de Jovellanos, en pleno corazón de Cimadevilla, comenzó a preparar sus 13 habitaciones y sus dos apartamentos para volver a la actividad. Abrió, lo que la convierte casi en una excepción entre los de su gremio. Los grandes hoteles de la ciudad rehusan volver a la actividad hasta que no se permita la movilidad interprovincial. Lo que coloca a los hoteles más pequeños y con pocas estrellas en la única opción para los pocos viajeros con permiso para desplazarse en tiempos de coronavirus. "Lo que más tengo son trabajadores, las reservas de turistas no entran hasta junio", explica Acera. Lo mismo ocurre en otros alojamientos.

Entrar en páginas como Booking, uno de las webs con más solera a la hora de reservar, es casi lo mismo que entrar en un solar digital. Ayer, solo 18 alojamientos de los casi 250 que hay disponibles en Gijón ofrecían la posibilidad de hacerse con una habitación. Y muchos de ellos ni siquiera eran hoteles sino apartamentos o residencias de particulares. Había la opción de reservar incluso un yate. Pero ni rastro de los gigantes del sector. "El turismo en España está tocado de muerte. Abrir ahora es la ruina del sector", advierte Fernando Corral, el vicepresidente de la Asociación de Hostelería y Turismo de Asturias (Otea) y encargado del apartado hotelero en la entidad.

Sin movilidad entre provincias, la apertura de los hoteles con decenas de habitaciones es lo más parecido a pegarse un tiro en el pié. Alfonso Lara es el director del hotel Tryp Rey Pelayo, que además de tener cuatro estrellas, cuenta con 130 habitaciones y 30 trabajadores que han sufrido un expediente de regulación temporal de empleo (Erte). "Mientras un madrileño no pueda venir a Gijón es imposible que abramos. No tendría sentido. Barajamos julio, y nada antes de mayo. No hay nada cerrado", manifiesta Lara.

Los hoteles que ahora mismo se han lanzado a la aventura de abrir sus puertas en plena fase 1 obedecen a un norma fundamental. Tienen las suficientes pocas habitaciones como para que una sola persona pueda hacerse cargo de ellas sin que necesite contratar a nadie. Es el caso de Acera, a la que prestan una mano sus hijos, y de Carla González, la gerente del hotel Costa Verde un hospedaje de 12 habitaciones en la calle Fundición.

"Somos un negocio familiar, por eso nos hemos podido permitir abrir", cuenta al otro lado del teléfono la gerente. "El mazazo económico que hemos sufrido ha sido grave. Hemos perdido alguno de los puentes que más ocupación hay", apunta una empresaria que ayer reconocía que solo tenía a un cliente alojado. "Han venido sobre todo personas por trabajo y una pareja. Poco más", añade.

En idéntica situación se encuentra Acera, que la mayoría de las reservas que está recibiendo proceden de trabajadores de Tabacalera. "En Semana Santa se me cayeron muchísimas habitaciones que estaban asignadas. Ahora están volviendo a llamar", afirma esperanzada. En la calle Emilio Tuya, María Jesús Cañedo regenta el hotel Costa Gijón. Como en el resto de casos, todos sus huéspedes están en Gijón por motivos de trabajo. "Hasta junio no esperamos nada de turismo", revela la propietaria de un alojamiento que está a poco menos de la mitad de su capacidad y que tiene nueve habitaciones.

Junto con los tres hoteles que el Principado destinó como alojamientos de emergencia durante el confinamiento, estos pocos hospedajes constituyen la oferta que hay ahora mismo en Gijón, a lo que hay que sumar alojamientos de particulares. Y así seguirá mientras que no se permita la movilidad entre ciudadanos de diferentes provincias, una realidad aún lejana mientras Asturias siga en la Fase 1. Hasta entonces, los hoteles familiares toman la delantera.

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