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El IES Calderón se reviste de oro

El Instituto de El Coto alcanza los 50 años como referente de enseñanza - y con una histórica relación de complicidad entre profesores y alumnos

El IES Calderón se reviste de oro

El 17 de mayo de 1970 también era domingo, como hoy. Y en El Coto fue un día de fiesta, aunque 50 años después no haya sido posible rememorar la celebración.

Aquel día, la directora general de Enseñanza Media, Ángeles Galino Carrillo, en nombre del Ministro de Educación y Ciencia, inauguraba el Instituto Mixto "Calderón de la Barca", junto al gobernador civil de la provincia de Oviedo, el alcalde de Gijón, el delegado provincial de Educación y Ciencia y la directora del instituto, Celia Álvarez, tal y como rememora Paco G. Redondo, actualmente docente en el centro. La historia del instituto, no obstante, se remonta a un par de años antes, porque funcionaba como sección delegada del Real Instituto de Jovellanos desde el curso de 1967.

Si alguien conoce bien la historia del centro es Gustavo Díaz Bonet. "Mi vinculación con el centro arrancó como estudiante, entre 1967 y 1975, y como profesor, unos tres años, en los 90, y desde 2008 hasta hoy y para seguir" relata, con memoria prolija que le lleva hasta aquel primer curso del 67. "En ese año nos matricularon, a algunos estudiantes de 10 años del barrio de El Coto y alrededores, en lo que entonces era la Sección Delegada número 2 del Instituto Jovellanos", recuerda. En aquellos tiempos los alumnos de su edad cursaban 1º de Bachillerato y mientras estaban en marcha los trabajos de construcción en El Coto, "nos llevaron, después de iniciado el curso, al Instituto Jovellanos, y allí estuvimos durante el curso 67-68. Nos metieron en aulas donde ya había, antes de incorporarnos a nosotros, 40 alumnos. Con los de El Coto, que así nos llamaban, pasamos a ser 47", apunta Díaz Bonet.

Fue aquel "un curso duro para muchos de nosotros: éramos muy pequeños, el Jovellanos era un centro muy grande, impersonal y nos incorporaron con el curso iniciado, lo que nos lo hacía todo más difícil". Pero en 1968 "empezamos el curso siguiente ya en el edificio situado en El Coto, edificio que derribaron hace pocos años para construir lo que ahora llamamos entre nosotros el edificio nuevo", rememora.

El edificio era de ladrillo y "el patio muy malo: el piso de éste no era plano, tenía ondulaciones pronunciadas y, lo peor, tenía, en la parte superior, una extensa capa de grijo". "Los estudiantes más pequeños caíamos continuamente y el grijo provocaba heridas dolorosas, al incrustarse en la piel. Pero allí estaba Társila, la bedel, que sacaba, sacaba un modesto botiquín y te curaba las heridas perfectamente. Uno de los puntos fuertes de nuestro centro fue y es la extraordinaria calidad humana y profesional de los bedeles o conserjes", apunta el profesor.

Uno de los primeros avatares del centro fue su nombre: durante los primeros años de su existencia no tuvo nombre oficial. "Todos lo llamábamos el instituto de El Coto y así se denominó en todas partes durante varios años. Cuando algunos se dieron cuenta de que había que ponerle un nombre, después de debates (algunos preferían llamarlo instituto Antonio Machado), se decidió el actual nombre de Instituto Calderón de la Barca. A algunos no nos gustó esta denominación porque considerábamos que el Instituto era algo nuestro y al denominarlo de otra forma pasaba a tener un nombre ajeno a nosotros", asevera el docente.

Con la inauguración oficial en el 70 y la constitución oficial del centro como instituto independiente fueron destinados a él profesores y profesoras, "muchos de ellos jóvenes, de una calidad profesional y humana fuera de lo común", asegura el exalumno, que relata cómo "eran profesores con una mentalidad abierta, moderna, que rompían con la enseñanza tradicional imperante en aquellos años, y que ejercieron una influencia decisiva en muchos de los chavales que pasamos por las aulas del Instituto".

A Gustavo Díaz Bonet se le hace difícil no incluir a todos los docentes de aquellos años, con especial recuerdo para "Ángeles Urquía y don Pedro, de Francés; César y Adolfo, de Historia; Pepa, de Lengua y Literatura; Aguado y Secundino, de Matemáticas; y Miguel Ángel, que nos dio clase de varias asignaturas".

Un listado sentimental enorme que, en plena expansión del barrio de El Coto, estuvo marcada por "una relación entre profesores y alumnos que iba más allá de la relación clásica porque era de amistad: estos profesores nos recibían en sus casas, donde oíamos música, debatíamos sobre cine, literatura o política; algunos profesores iban a casas de algunos alumnos; hasta practicábamos deportes juntos".

Hubo incluso una iniciativa cultural llamada "los coloquios de los viernes", en la que un grupo de unos 40 estudiantes y unos 10 o 12 profesores "nos reuníamos, voluntariamente, en un aula del centro los viernes por la tarde, después de acabada la semana escolar; allí debatíamos sobre cualquier tema que nos interesase: audiciones de música, lecturas y comentarios de poesía, debates sobre temas filosóficos, políticos? Y todo ello, por iniciativa de un grupo de alumnos y alumnas y organizado por ellos", resalta Díaz Bonet.

Durante años el Calderón fue el instituto de enseñanza media con más alumnado de Gijón, y a principios de los setenta se desarrolló en él, en consonancia con las universidades españolas, un importante movimiento estudiantil en las universidades españolas. El profesor recuerda cómo "un grupo de unos pocos estudiantes, con el apoyo de algún profesor, se reunía, organizaba asambleas de estudiantes, convocaba huelgas en las que participaba prácticamente todo el alumnado y todo ello, lógicamente, clandestinamente".

La fama del centro por estas actividades políticas corrió por toda España por lo excepcional del hecho de que un instituto de enseñanza media participase tan activamente en la lucha contra la dictadura. Y "todo esto, y muchas más cosas en las décadas siguientes, hizo que cientos o miles de estudiantes, profesores, padres y madres, conserjes... tengamos un enorme cariño por un centro que ha dejado una gran huella en nosotros", asegura el docente.

Buena prueba de ello es el activo grupo de Facebook que aglutina a los antiguos alumnos del centro, muchos de ellos más recientes, que recuerdan los muchos viajes de estudios, el premio que los llevó a conocer Gales, la histórica representación teatral de "El Alcalde de Zalamea" de la que fueron protagonistas, las caricaturas de alumnos y profesores que adornaron algunas estancias y, sobre todo, los muchos y muy buenos momentos compartidos.

De los algo más de 640 alumnos del primer curso el centro ha pasado a impartir los cuatro cursos de la ESO, dos de Bachillerato y Nocturno, referencia para La Arena, El Coto y Viesques siendo uno de los clásicos y con mayor número de alumnos de la ciudad. De hecho, en el año 2013 se inauguró un nuevo aulario, ampliación del centro, con 17 nuevos espacios para un alumnado al alza.

Las diversas actividades previstas para la celebración del 50 aniversario del IES Calderón de la Barca, dirigido en la actualidad por Luis Fernández Llana, deberán ser pospuestas al coincidir con los estados de alarma por el covid-19. Amparo Arboleya era una de las encargadas de organizar los actos de celebración de un instituto "muy especial", que ha inspirado a los alumnos de Plástica y Audiovisual de 4º de la ESO con su profesora Conchi Rodríguez a la producción de un documental sobre sus orígenes y su trayectoria.

Del patio de grijo al final de curso on-line, el IES Calderón de la barca ha sabido incorporarse a los nuevos tiempos. Y los suyos lo quieren celebrar, aunque sea sin fiesta.

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