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Tres décadas de un emblema local La memoria del autor

Mikel Chillida: "Es uno de sus grandes trabajos, mi abuelo siempre lo sintió así"

"El 'Elogio del Horizonte' no nace en el Cerro, pero solo podía estar en el Cerro", recuerda la familia sobre la obra, cuya idea tuvo su origen en Normandía

Mikel Chillida, a la derecha, junto a su padre, Luis Chillida, en una visita al "Elogio del Horizonte" en 2018. MARCOS LEÓN

"El Elogio del Horizonte. Mikel Chillida explica con estas palabras lo que para su abuelo, el escultor Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924-2002) supuso el "Elogio del Horizonte", una de sus creaciones más significativas, arraigado como un emblema de Gijón después de su construcción en la Atalaya, coronando el cerro de Santa Catalina. Un emplazamiento en el que el artista donostiarra encontró la proporcionalidad de la naturaleza necesaria para su obra.

"La ubicación es fundamental para que tenga sentido la propia obra, la proporción y la escala del ser humano, el horizonte y la naturaleza. Y la obra es intermediaria para dar cabida a ambos", explica MikelChillida, quien califica a la escultura que su abuelo emplazó en Gijón como "una obra muy especial, en un entorno espectacular y que era necesario para esa obra".

La concepción del "Elogio del Horizonte" fue inusual respecto a la concepción artística habitual en todos los escultores, incluyendo a Chillida. Las obras escultóricas normalmente nacen en el lugar en el que se emplazan. Ahí surge la idea, en la que el artista busca el diálogo entre el espacio y la creación que lo va a habitar. Pero ese no fue el caso del "Elogio del Horizonte", obra que el artista vasco ya había concebido años atrás, pero sin llegar a encontrar el emplazamiento idóneo para la misma.

"El Elogio del Horizonte no nace en el Cerro, pero sólo podía ser en el Cerro", explica Mikel Chillida. El nieto del artista explica sobre la emblemática escultura que "el proyecto había nacido años atrás, cuando a mi abuelo le habían pedido una obra pública en Francia, ahí fue donde nació la idea, pero no encontró el lugar adecuado; en Francia la naturaleza era demasiado grande, los acantilados de Normandía son muy altos y si hacía la obra a escala de esa naturaleza hubiera resultado demasiado grande para el ser humano, mientras que si la hacía a escala del ser humano, habría sido demasiado pequeña para esa naturaleza". "En el Cerro la escala es la adecuada", resume, por el tamaño del acantilado.

El propio Eduardo Chillida señaló en 1990 la intensa búsqueda que había hecho de un lugar para emplazar su obra. "La idea de hacer un elogio del horizonte me hizo recorrer la costa europea, y me ocurrieron cosas muy curiosas. Como el que todos los sitios que me llamaban la atención estuvieran ya ocupados por la Armada, por razones estratégicas (...) absolutamente distintas de las mías: aunque puede que al final no sean tan distintas. Son lugares desde los que se puede otear más que desde ningunos otros", se reseña en la conversación que el artista mantuvo con Fernando Huici, recogida en el libro que editó Cajastur con motivo de la inauguración de la obra.

Que la obra encontrara su lugar en Gijón se debió en gran medida al arquitecto Paco Pol, que estaba realizando la remodelación del cerro de Santa Catalina, con Vicente Álvarez Areces como alcalde de Gijón, recuerda el nieto del artista. Pol mostró el lugar a Chillida, quien al visitar el lugar se dio cuenta de que en todos los cálculos de escala que había comenzado a hacer el artista para ese lugar, el tamaño de la escultura coincidía con el radio de las antiguas fortificaciones militares que había en el Cerro.

Treinta años después, su nieto resalta que Eduardo Chillida "según vio el Cerro, supo que ése era el lugar" que tanto había buscado para esa obra.

Mikel Chillida recuerda la voluntad del artista de que se conserve el entorno natural donde se emplaza el "Elogio del Horizonte". En el año 2000 el artista ya mostró su rechazo a la construcción de una zanja perimetral, un quitamiedos, entre la escultura y el acantilado. Tras una fuerte polémica, el Ayuntamiento acabó dando marcha atrás. La propiedad intelectual del artista sobre la obra le daba suficiente peso a su opinión. En 2017, con una corporación distinta, el propio Ayuntamiento declinó iluminar de noche el "Elogio", por deseo de la familia del artista, garante de que se respetara la voluntad del creador.

Mikel Chillida apunta que "mantener el espacio natural para él era fundamental". "Cuando se ejecutó la obra le dijeron que iban a asfaltar los caminos y le pareció terrible, pidió que aquello quedara tal cual y que los caminos ya los haría la gente al caminar; es fundamental mantener el espacio natural, porque el espacio en el que se ubica es tan importante como la obra y por eso hay que respetarlo como es", confirma.

Respecto a la última polémica, en torno a la iluminación nocturna de la monumental escultura, Mikel Chillida explica que "mi abuelo era muy práctico y pensaba que si alguien quería ver la obra, que fuera de día, pero es que de noche también se ve". "Yo subo al Cerro cada vez que voy a Gijón y el ojo se hace a la oscuridad; lo que hay que hacer es mirar atentamente", añade.

El nieto del escultor considera que "hay que hilar fino" con los cambios que se planteen en la sociedad para "mantener el respeto a lo que hay", a la creación que pasó años en la mente de Eduardo Chillida hasta que encontró en Gijón su lugar, el único sitio en el que podía ser.

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