Juan Maquinay no necesitó los 115 caballos del motor de "Xela", su lancha maca Sentinel, que se llama como su difunta esposa, para regresar a alta mar, ayer, el día en que la pesca deportiva se comenzó a contar entre las actividades permitidas por el Gobierno. Cuenta el veterano pescador de 72 años que el confinamiento le pilló en Sotrondio, con su pareja, y que no lo pasó del todo mal porque en su casa tiene una huerta con la que entreterse. "Pero claro, en Sotrondio no hay mar", apostilla.

Por eso, ayer, a ocho de la mañana, apareció por el pantalán E2 del Puerto Deportivo de Gijón para llenar de combustible el depósito de su embarcación y fondear un respetable número de millas de la costa. Con sus ocho cañas y su red, Maquinay pasó una agradable mañana hasta que sopló viento de nordeste (muy incómodo) y decidió regresar a tierra firme. Sus capturas fueron un generoso número de cabres, que cenó de buen grado anoche. "Volver al mar es como volver a tomar aire para mí", añade.

Una sensación similar tuvieron Enrique Fernández Vallina y su esposa, Ana Noval. Ambos pescadores regresaron ayer por fin a la que consideran su segunda casa. Lo hicieron tras casi 60 días de tener los dientes largos, porque viven en la calle Claudio Alvargonzalez y desde su ventana se ve no solo el puesto deportivo sino también su embarcación. "Ha sido como el día de Reyes", confiesa la pareja, consciente de que tras el duro confinamiento poder volver a practicar la pesca era todo un regalo. Sus capturas también fueron abundantes. Se llevaron a casa cabres, sobre todo. "Hemos visto algún chipirón", afirmaron.

A última hora del mediodía de ayer, Efrén Blanco, otro pescador gijonés, terminaba de apañar su lancha en el puerto deportivo. Sin camiseta, acompañado de Marcos Blanco, también a pecho gentil, comprobaban que todo estuviera en buen estado en sus embarcaciones. Efrén Blanco salió al mar a pescar ayer por la mañana. "Tenía miedo de que no me arrancara el motor", apunta. Pero, sí que lo hizo. Aunque su fortuna con el sedal no fue tan abundante como la de sus compañeros. "Se podía haber dado mejor", reconoce un aficionado a la pesca, que agradece al servicio del Puerto Deportivo el trato que ha dado a los barcos. "Se encargaron de que todo estuviera bien", afirma Blanco, que ayer, como si fuera el día de Reyes, regresó a la mar.