El coste de la estación intermodal en Moreda podría aquilatarse aún más si la sociedad Gijón al Norte asume el planteamiento del ingeniero de minas que ha elaborado uno de los informes comparativos entre esa alternativa y la del Museo del Ferrocarril. Aboga por abaratar el edificio de viajeros inicialmente previsto en 2010, que a su juicio era excesivamente ambicioso y caro, y simplificar la cubierta ondulada que en un principio se había presupuestado en 90 millones de euros. Además, bastaría con cambiar la estación de cercanías de cuatro vías por una de dos al rehacer el proyecto constructivo.

Este ingeniero, a quien en 2018, con Foro en el gobierno local y el PP en el de Madrid, Gijón al Norte le encomendó hacer el seguimiento de las futuras obras de la estación intermodal señala ahora en su informe respecto a la alternativa frente al Museo del Ferrocarril que "conviene plantearse seriamente si a estas alturas se puede defender una estación insostenible desde el punto de vista medioambiental", que además es la que presenta mayores incertidumbres y la que dará mayores problemas constructivos y de funcionamiento, llegando a calificar esa propuesta de "disparatada".

El mayor coste y problemas constructivos de la estación intermodal frente al Museo del Ferrocarril en lugar de hacerla en Moreda, ya se vislumbraban cuando en 2018 se firmó el convenio en Gijón al Norte, con gobiernos de distinto signo político en las tres administraciones.

Frente al Museo del Ferrocarril por las peores condiciones del terreno, con presencia del nivel freático en superficie y el hecho de que la intermodal se construiría sobre una falla geológica, obligando también al desvío de dos colectores con un coste estimado de 13,7 millones de euros.

A todo esto se suman los mayores costes operativos y de mantenimiento de una estación completamente soterrada, con mayores necesidades de ventilación, iluminación y bombeo de agua, y por el bombeo en los nuevos colectores, estimado esto último en 175.000 euros anuales en costes de explotación para la EMA. Todo ello supone unos consumos energéticos que hacen la obra más insostenible medioambientalmente que si se hace en Moreda. Uno de esos costes tiene que ver con el sifonamiento de las aguas subterráneas para salvar la barrera de 25 metros que les supone la estación en Moreda, frente a otra de 60 metros frente al Museo del Ferrocarril.

Todo ello para acercar unos 280 metros la estación al centro de la ciudad. Un acercamiento que los técnicos consideran poco relevante para los viajeros de largo recorrido, pero que sería contraproducente desde el punto de vista de los usuarios del tren de cercanías.

En ese sentido, el área de influencia de la estación en Moreda abarca un 20% más de población que frente al Museo del Ferrocarril, cifra que ascendería a un 25% con los desarrollos urbanísticos previstos en su área de influencia, unas 800 viviendas. A esto se añade la demanda que generará el futuro desarrollo ligado a la economía azul del área de Naval Gijón. El motivo es que un 40% del área de influencia frente al Museo del Ferrocarril es zona portuaria, playa y mar.

Otro aspecto que rema en contra del proyecto frente al Museo del Ferrocarril es que hacer ahí la estación se come cerca de 37.440 metros cuadrados en la superficie liberada de las vías, sobre los que no se podría edificar, mermando así los ingresos por la venta de suelo para sufragar la obra. En ese sentido, la actuación también podría plantear problemas de inseguridad y de género por la permanencia de ese espacio sin edificar. Para el Ayuntamiento también supondría a la larga una menor recaudación de tributos municipales, al construirse ahí menos torres de viviendas.

Con estos informes la alternativa de ubicar la estación intermodal en Moreda vuelve a estar sobre la mesa, pero llevarla adelante requeriría dar marcha atrás en el convenio de 2018 suscrito en Gijón al Norte.