La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La charanga de la cuarentena

Veteranos del Antroxu crean en el confinamiento "La última y marchamos", décimo colectivo local, que ya tiene medio centenar de intregrantes

Por la izquierda, Saray Díaz, Joel González, Marcos González, Luisma Martínez, María Díez, Miriam Herrero y Víctor Fabián, ayer, durante la visita para elegir una nave donde poder realizar los ensayos de la charanga.

La idea ya estaba, pero dio a germinar en plena cuarentena. Gijón tiene, pese al coronavirus, una nueva charanga para su Antroxu. El nombre, "La última y marchamos", es toda una declaración de intenciones. "Hace referencia a esas dos grandes mentiras: decir que es la última que te tomas cuando estás de fiesta, y decir que dejas el Carnaval. Quien lo probó, sabe que el Carnaval nunca se deja", explica Marcos González, cabeza pensante del proyecto. González nació en una charanga, hijo de charangueros, y creció entre percusión, disfraces y bailes. Por eso, tuvo claro que, cuando dijo la manida frase de "lo dejo", era solo una verdad a medias. Así, logró "engañar a un grupo de valientes" y acaba de crear su propia formación, la décima en la ciudad, con el apoyo de su padre, Miguel Ángel González, "Miguelón", un histórico del Antroxu gijonés.

Pese a que la cuarentena "nos dificultó un montón las cosas", la nueva agrupación suma ya medio centenar de integrantes. Muchos, miembros de otras charangas. Otros, novatos en el Antroxu. "Es una mezcla muy buena", remarca. "Ahora mismo, ya vamos justos de tiempo para llegar al Antroxu del año que viene, si se puede celebrar", explica González. "Empezar de cero es muy difícil", añade. El principal escollo es el económico. "Comprar una veintena de instrumentos de percusión es muy caro", asevera. Sobre todo ahora, cuando "el Carnaval en Gijón tiene cada vez más nivel, y la percusión de las charangas es mucho mejor cada edición".

A ello se suman otros problemas sobrevenidos a causa del confinamiento. Por ejemplo, explica González, "la llegada de los instrumentos se está retrasando mucho por todas las restricciones que hay al transporte y la producción". No solo eso. Evidentemente, la agrupación no puede juntarse a realizar los primeros ensayos para preparar coreografías y actuaciones. Ese parón y la falta de contacto físico lo intentan compensar con quedadas telemáticas y mucho humor. "Aunque ahora no podamos juntarnos todos, en cuanto esto acabe empezaremos a ensayar para recuperar el tiempo perdido", enfatiza González, que hace una súplica: "Esperemos que el año que viene haya pasado ya todo esto y pueda haber Antroxu".

Compartir el artículo

stats