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Volver a empezar por partida doble

Los quince jóvenes inmigrantes de la residencia de la Casa del Mar llegaron a Gijón "para mejorar en la vida y trabajar", expectativas que el covid pospuso

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Jóvenes inmigrantes residentes en la Casa del Mar de Gijón

"Vinimos aquí para mejorar en la vida y para trabajar. Aquí en Gijón sí tenemos derechos". Lo dice Abdellah el Guennoumi, uno de los 15 jóvenes inmigrantes de la residencia de la Casa del Mar. El recurso, que nació el pasado octubre con la intención de orientar y formar a menores extranjeros no acompañados internados en centros de menores una vez hayan cumplido la mayoría de edad, se ha visto también afectado por la pandemia de coronavirus y paralizó de raíz tanto sus prácticas formativas como parte de los trámites administrativos, ya de por sí complicados, para lograr el permiso de residencia. El grupo, que intuye que su carácter de migrantes económicos -y no de refugiados- les hace ser todavía víctimas un racismo latente en todo el país, afronta aun así con optimismo su futuro en Asturias: "Estamos estudiando para tener un trabajo; ya está".

Tienen entre 18 y 19 años y, como cualquier persona de su edad, aprovecharon estas semanas de encierro para ver series, jugar a videojuegos y montar en sus habitaciones -decoradas con banderas de España y compartidas por parejas, con una cama individual y una litera para aprovechar la parte baja como sofá- sesiones de gimnasio improvisadas. Han hecho hasta "piques" para ver quién aguanta más, turnándose en un cargo como entrenadores para intentar agotar al contrario. Explican que se han hecho amigos con facilidad, porque todos, pese a los "pequeños enfados" entre los que vienen de una cultura árabe y los que defienden su raíz bereber, tienen en común haber superado un periplo de viajes en patera y autobús para llegar a un Gijón que, aseguran, les "trata bien". También ellos están causando buena impresión entre los vecinos del barrio. Según sus educadores, varios les han aplaudido ya su saber estar y su seriedad en los estudios.

En la residencia están haciendo, sobre todo, cursos certificados de electricidad, hostelería y carpintería, aunque sus ambiciones son más bien diversas. Por ejemplo, la verdadera pasión de Mohamed Baylek es el mundo de la peluquería pero, aunque ya ha hecho algún cursillo -tiene la habitación empapelada con diplomas-, los orientadores del centro le explicaron a su llegada que la oportunidad laboral del sector era muy baja. "Suelen exigir formaciones de más alto nivel y nuestro objetivo es que puedan conseguir un trabajo para ser independientes. Son jóvenes, dentro de unos años podrán retomar todo lo que les guste, pero por ahora intentamos ser realistas", explica el educador Joaquín José Sánchez, que afirma también que en muchos casos estos jóvenes vienen a Asturias recomendados por otros migrantes y que, a veces, esos rumores, por ser "tan positivos", les provoca frustración. "Piensan que todo es más fácil de lo que en realidad es, pero lo acaban entendiendo. Son muy maduros", razona el coordinador Víctor García.

Baylek, eso sí, se ha desquitado esta cuarentena y ha cortado el pelo del resto de compañeros con peinados que imitan en general el "look" de futbolistas famosos, con los laterales rapados y la parte superior más larga. Luego está Mohamed Ennabey, que se ha aficionado a la cocina y, en concreto, a la tortilla española. Se dedicó esta pandemia a hornear pizzas para el resto de compañeros. Y Ayoub Outaghate, que ha estado en más ciudades españolas que cualquier turista medio (su destino era Santiago, pero le gustó el ambiente de Gijón) y sus educadores le llaman, en broma, "el mochilero". Y Kamran Walayat, "el pakistaní", que está aprendiendo alguna palabra en árabe con la ayuda del resto de la comitiva. Y Yousri el Kacim, que llegó a La Línea en patera y pidió dinero para llegar en autobús a Asturias tras dormir dos noches al raso en un parque de Madrid. Cada uno con su historia, pero su objetivo es el mismo: un permiso laboral en la región. Y si les dan a elegir entre volver a su casa o quedarse, lo tienen claro: "Nos quedamos en Gijón y, a Marruecos, solo para las vacaciones. Aquí somos felices".

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