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La descarga de bocarte duplica su récord histórico con 3 millones de kilos rulados

La flota pesquera dispone de cuota hasta julio y los bancos siguen en aguas asturianas, por lo que se incrementarán las ventas en la lonja

Tres pescadores mueven cajas con bocartes en Lonja Gijón el martes, cuando se rozaron los 400.000 kilos. J. RUS

Temporada de récord en la costera del bocarte en El Musel La presencia de los cardúmenes de anchoa durante varias semanas en aguas asturianas, en muchas jornadas en la perpendicular de Gijón mar adentro, ha llevado a que Lonja Gijón haya rulado 3.186.462,30 kilos de este pescado, duplicando el máximo histórico que había alcanzado en 2015, cuando cerró la temporada con 1.514.023,58 kilos. La mejor jornada en lo que va de costera fue el pasado martes, cuando se rozaron los 400.000 kilos subastados en El Musel y se concentraron en el Muelle de Rendiello hasta 74 pesqueros.

La cifra histórica de subastas de esta especie en Lonja Gijón aún no es la definitiva y la temporada, a buen seguro, se cerrará por encima de esos 3,18 millones de kilos ya alcanzados. El motivo es que a la flota pesquera aún le queda un 30% de cuota por consumir hasta julio y en ese mes se desbloqueará una segunda cuota, de alrededor de otro 10%. Esto se suma a que los bancos de peces siguen en aguas asturianas, al menos por el momento, entre Ribadesella y el Cabo de Peñas, siendo el puerto gijonés el más cercano para la flota, siempre pendiente de ahorrar tiempo para descargar sus capturas y volver a echarse a la mar.

El actual es el cuarto año con un elevado volumen de descargas en la lonja gijonesa. Además, de los 1,54 millones de kilos alcanzados en 2015, los dos últimos años también fueron buenos para la rula, con 900.757,90 kilos de bocarte en 2019 y 881.393,60 en 2018. Otros años se descargó bastante menos o incluso nada; todo depende del desplazamiento por el Cantábrico de la especie y de qué puertos son los más próximo. Los principales clientes, compañías conserveras, se coordinan con la flota para desplazarse hasta los puertos en los que se vaya a descargar.

Si el volumen de capturas este año está siendo bueno, los precios son malos. El principal motivo es el tamaño de los boquerones, la mayor parte entre 40 y 60 piezas por kilo, un tamaño muy pequeño para las conserveras, que buscan y pagan mejor bocartes más grandes para la fabricación de anchoa. La calidad de la anchoa del Cantábrico es la misma, con independencia del tamaño, pero el consumidor final está dispuesto a pagar más por las mayores.

A esto se suma que con la crisis del coronavirus tampoco están acudiendo a comprar conserveras de otros países, como era habitual otros años. La mayor parte del bocarte subastado en Gijón va a parar este año a la industria conservera de Cantabria y del País Vasco. En casa, la conservera Agromar, radicada en El Musel, adquiere cada año unos 20.000 kilos del mejor bocarte para la fabricación artesanal de la anchoa.

Media de 1,54 euros el kilo

El precio medio que se ha alcanzado en lo que va de temporada en Lonja Gijón es de 1,54 euros el kilo, mientras que en los tres últimos años siempre estuvo por encima de los dos euros y en 2015 fue de 3,54 euros el kilo.

El desplome del precio podría ser aún mayor, pero la caída de ha amortiguado parcialmente debido a que la UE, con motivo de la crisis del covid-19, ha modificado el Fondo Europeo para el Mar y la Pesca, reactivando las subvenciones para la retirada de pescado de las lonjas por bajos precios, ayudas que había suprimido en 2017.

Estas subvenciones se conceden a organizaciones de productores (agrupaciones de armadores), que existen en el País Vasco, Cantabria y Galicia y también de ámbito nacional, pero inexistentes en Asturias, que retiran el pescado y lo congelan en cámaras de frigoríficas de su propiedad, para venderlo después a industrias, entre ellas las dedicadas a la fabricación de harinas de pescado, fileteado y transformación.

Eso ha llevado a que las organizaciones de productores del Cantábrico hayan retirado de las canchas el bocarte cuando el precio descendía hasta los 70 céntimos de euro por kilo. De esta medida se benefició la mayor parte de la flota, integrada por unos 200 pesqueros de cerco, pero no los tres barcos asturianos que participan en la costera y que no están bajo el paraguas de ninguna organización de productores. Alguno de ellos llegó a vender las capturas de una jornada a diez céntimos de euro por kilo, cifra muy alejada de la que luego se ve en las pescaderías.

En Asturias ya hubo hace años dos intentos de crear agrupaciones de productores, no sólo por la retirada de pescado de las lonjas para mantener precios, sino porque estas organizaciones de armadores son las que pueden acceder a subvenciones de la Unión Europea, algo a lo que no tienen acceso las cofradías de pescadores. El último intento por impulsar la constitución de una agrupación de productores fue promovido por la Federación de Cofradías de pescadores del Principado de Asturias hace tres años.

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