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La Figura De La Semana | ELENA NAVA GRANDA | GERENTE DEL AUTOCINE DE GIJÓN

Taquillera orgullosa y viajera de cine

Motera y enamorada de la gastronomía, su sueño es recorrer el mundo en una autocaravana después de jubilarse

Taquillera orgullosa y viajera de cine

El hecho de haber nacido en Suiza le dio a Elena Nava Granda (Pfäffikon, 1969) una visión global y aperturista del mundo. Así, su sueño es alcanzar la jubilación para recorrer el globo terráqueo junto a su marido Marcos Puerta en una gran autocaravana sin tener que dar ningún tipo de explicaciones. Así, no dudó en dejar de lado la formación reglada para realizar estudios de costura. Y no se lo pensó dos veces cuando tuvo la oportunidad de hacerse cargo, hace ya casi un lustro, del Autocine de Gijón, uno de los pocos que quedan en España y que el viernes reabrirá sus puertas tras la pandemia. Nava es, a fin de cuentas, una mujer con mucho mundo y las ideas muy claras. La última: ceder su instalación para un ciclo de conciertos veraniegos.

Quien más conoce a Nava reconoce en ella "una persona a la que le gusta disfrutar de la vida" y que siempre huye de "malos rollos". Su lugar de nacimiento le otorga otro rasgo más de carácter: ese pensamiento centroeuropeo muy efectista y "cuadriculado", siempre en busca de soluciones prácticas a cualquier problema que se plantee.

Nava es hija de Ángeles y Julio, dos emigrantes asturianos -de San Esteban de las Cruces él y de Colunga ella- que se conocieron en Suiza. Allí nació el amor y, fruto de ello, Elena y su hermana Ana, cinco años más pequeña. Las dos hermanas siempre bromeaban preguntándose "por qué no sería uno de Asturias y otro de Andalucía, para poder ir de vacaciones". Y todo porque a Nava le encanta ir de vacaciones y viajar. En su particular mapamundi casi no quedan países por tachar. Estados Unidos en varias ocasiones; Bali, durante la luna de miel; Argentina, una larga temporada; Bélgica; Francia; Reino Unido; Italia, para disfrutar de la gastronomía típica que tanto le gusta... La lista es casi infinita. Y la que queda por hacer, aún más. El próximo que tiene en mente, sin ir más lejos, los países escandinavos, para conocer Laponia y el poblado tradicional de Papá Noel.

Aunque de todos esos viajes guarda un gran recuerdo, quizá el más amargo para ella fuera el primero de todos, con siete años. El que supuso dejar atrás su Suiza natal para asentarse en España. Para ella, en aquel momento "fue como un paso atrás. Era pasar del technicolor al blanco y negro", mudar un país centroeuropeo y avanzado por la España tardofranquista, anquilosada en el pasado. "Nos trajimos una televisión en color con mando a distancia cuando aquí casi ni había", recuerdan en la familia. La pena duró poco, pero el recuerdo de Suiza siempre sigue presente. De hecho, Nava visitó en multitud de ocasiones su pueblo natal y a los amigos de la familia que allí habían quedado.

"Le encanta pasarlo bien, viajar y disfrutar de la gastronomía", aseguran desde su círculo más cercano, poniendo en relevancia otra de sus grandes virtudes: "tiene una mente muy gráfica y visual, es como un GPS, se acuerda perfectamente siempre de cómo llegar a los sitios". Pero también un defecto. "Tiene una memoria de pez. Podría hacer varias veces el mismo viaje, porque no se acuerda de los detalles", desvelan. Muchos de esos viajes fueron en moto, otra de sus grandes pasiones. Aunque quién lo diría recordando su caída a un río en Suiza, de pequeña, en triciclo. Una de las anécdotas familiares más recordadas.

Eso sí, en su entorno tienen claro que es a Elena a quien tienes que preguntar cuando quieras ir a comer a algún sitio en concreto. "Conoce restaurantes en todos los sitios y siempre que viaja intenta visitar otros nuevos", explican sus más íntimos. Dicen que es una enamorada de la gastronomía, sobre todo la más tradicional y que no se pierde ni un programa de cocina en la televisión. Imposible elegir un plato favorito, pero seguro que sería de cocina tradicional, como el pote asturiano o el arroz con bugre, ya que es "bastante marisquera".

Quizá por ello, comenzó en el Autocine llevando el puesto de hamburguesas, en el que estuvo dos décadas, hasta que lo heredó su hermana. Porque en la instalación de La Providencia trabaja toda la familia. Marcos Puerta, su marido, pone las películas; Ana, su hermana, las hamburguesas; y Elena es la taquillera. "No cambiaría su trabajo por nada del mundo. Es su trabajo soñado", aseguran quienes más la conocen, "tiene libertad de horarios, es su propia jefa y además trabaja de noche, ella que es muy noctámbula". Y con ello, cada día está más cerca de su jubilación soñada recorriendo el mundo en autocaravana.

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