Todas las obras de Eduardo Chillida estaban pensadas para fundirse con el entorno. En el caso del "Elogio", ideada en un primer momento para Normandía, no fue menos. "Buscar ese entorno era importante, y para él supuso una alegría ver el Cerro, fue una maravilla", pronunció ayer Luis Chillida, hijo del artista.

El horizonte, visible desde la Atalaya, fue la dirección a la que siempre apuntó Chillida. "Para él, era la patria que todos los hombres teníamos en común". En esa línea, de hecho, están las frases del artista que figuran en los paneles (y reproducidas, en parte) en la columna de la derecha). Su hijo, además, compartió con los presentes en la inauguración que el "Elogio" supuso "la culminación a muchos años de trabajo". Una conclusión no exenta de polémica, pero ya se sabe que "todas las grandes obras de la humanidad son controvertidas; no era hacer lo que la gente esperaba,la obra miraba al futuro". Chillida estaba en lo cierto.