A los que todavía creen que dedicarse a la ingeniería es una tarea aburrida, Raúl Quijano explica que él, gracias a su diploma, él ha revisado la construcción de la mayor fábrica "rompe huevos" de Europa, ha certificado una original atracción de feria de un belga que se acercó sin previo aviso a su oficina y ha trabajado con la fundición más moderna del continente. Aunque no le guste presumir por ser de "perfil más bien tímido", este palentino afincado en Gijón es ahora el ingeniero con más bagaje de Asturias tras haber tramitado mil visados a través del Colegio de Ingenieros Industriales de Asturias. Este documento, una especie de "sello de garantía" en el sector, suele contarse por decenas en ingenieros menos activos y, la media para un profesional de su edad, según sus compañeros de trabajo, no suele superar los 400.

El millar de visados es una especie de "cifra dorada" que hasta ahora solo quedaba al alcance de ingenieros especialmente prolíficos a punto de jubilarse. Pero Quijano está en la cincuentena, a cargo de su propia empresa y en plena forma. "Realmente ha marcado un hito; es un honor tenerle aquí en Asturias", presume Santiago Cuervo, director gerente del Colegio.

A Quijano la vocación le llegó muy pronto y que todavía sigue sin entender por qué hay gente que relaciona su trabajo con "cosas aburridas". "Es un oficio que te pone en situaciones realmente únicas. Yo colaboré con Juan Genovés para poner su estatua en el Niemeyer. Para mí fue emocionante; no le hubiese conocido de otra manera", explica. Para los amantes de los "megaproyectos", sin embargo, cita otros ejemplos. "Podría decirse que participé en la mayor fábrica de romper huevos de Europa, que está en Mieres, o en la fundición más moderna, en La Robla, que tuvo un presupuesto de 50 millones de euros. A mí me marcó más lo de Genovés porque lo otro me da algo de pudor", aclara.

El recuerdo más "surrealista" de su trayectoria hasta el momento fue ver cómo un belga afincado en la región se acercó un día a su oficina para que le visase una atracción de feria que había construido él mismo. "Es una atracción de caballitos con él en el medio moviéndola a pedales. Funcionaba perfectamente, casi solo tuve que firmar. Ahí me di cuenta que el mundo estaba al revés. Este hombre no me necesitaba para nada. Por eso digo que mi trabajo a mí sí me parece emocionante", añade. Pese a ello, parece que esta orientación laboral llama cada vez menos la atención de las nuevas generaciones. "Y desde dentro, que vemos que el paro aquí es cero, apena saber las dificultades de muchos universitarios para acceder al mercado. No se acaba de entender; aquí no se tarda ni seis meses en encontrar trabajo", lamenta el experto.

Quijano trabaja desde hace 23 años en Estudios y Proyectos, una entidad que fundada por él y que cuenta con la ayuda de otros cuatro profesionales. Está colaborando ahora mismo con varios proyectos logísticos en Francia e Inglaterra ya ayudando a renovar toda la logística de reparto y almacén de una gran cadena alimenticia de la región. Pero él, a los futuros ingenieros, les recomienda otra cosa: "Les diría que el futuro en ingeniería está en la robótica y en la inteligencia artificial. Nosotros ahí no nos hemos metido, pero puede ser un buen atractivo para las nuevas generaciones. El recorrido de ese campo va a ser bestial".