La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Nuevo Roces pelea su futuro

La lucha por dotaciones públicas, como un colegio y un consultorio, se ha convertido en la seña de identidad del barrio más joven de Gijón, que, diez años después de la llegada de sus primeros residentes, sigue a la espera de su integración en la trama urbana de la ciudad

Obras de construcción de los primeros edificios de Nuevo Roces, en 2009. Abajo, protesta vecinal por la falta de equipamientos en 2019. P. S. / J. P.

Una operación que "permitirá que miles de familias puedan acceder a una vivienda digna" y que también "posibilitará hacer ciudad". Esas eran las dos consignas con las que el entonces presidente regional Vicente Álvarez Areces presentaba el proyecto residencial de lo que sería Nuevo Roces el día de la simbólica colocación de la primera piedra de la obra. Era el 18 de diciembre de 2006. Una fecha que marca un antes y un después en la historia del barrio más joven de la ciudad, que festeja estos días entre la alegría y las reivindicaciones, que son marca del vecindario, el décimo aniversario de la llegada de sus primeros residentes.

Antes de esa primera piedra hubo muchos años de tramitaciones y polémicas. Una de ellas vinculada a la idoneidad, o no, de saltar la ronda para seguir construyendo. A principios del nuevo siglo el agotamiento de suelo para desarrollos residenciales en la ciudad y las limitaciones de la normativa urbanística de la época se sumaron al fenómeno de incremento del precio de la vivienda que se dio en toda España y de la que Gijón no fue ajena. Es en ese contexto, y con los antecedentes de los primeros bocetos de planificación urbanística de los años ochenta, en el que Ayuntamiento y Principado ponen en manos de Sogepsa planificar un área residencial en suelos de Roces que pusiera en el mercado mucha vivienda a un precio limitado. Era 2004. La propuesta suponía generar 3.700 viviendas de las que algo más de 3.000 serían más baratas que en el mercado libre al tener la consideración de viviendas de precio concertado o viviendas de protección autonómica. Nuevo Roces fue la gran operación de vivienda de este tipo en el concejo.

El proyecto reordenaba un millón de metros cuadrados de los que 540.000 estaban sujetos a un expediente de expropiación forzosa. Las negociaciones de compraventa le costaron a Sogepsa unos 33 millones de euros y pancartas de los expropiados disconformes. La conversión de esa zona en un nuevo barrio de bloques también tuvo su protagonismo en el desarrollo de las recordadas "marchas verdes" de los vecinos de la zona rural contra el Plan General de Ordenación.

De la envergadura del proyecto dan fe algunas cifras iniciales: 215.000 metros cuadrados de zonas verdes, una ordenación en 66 parcelas residenciales, 55 promotoras que compraron suelo en el ámbito para construir, 9 kilómetros de viales y 15 de suministro eléctrico con 708 farolas, 6.000 árboles y una inversión directa de Sogepsa de 82,5 millones que se elevaba a 247,5 en la inversión inducida total. Las complejas obras de urbanización duraron de diciembre de 2006 a septiembre de 2008. Un mes después empezaba la construcción de las casas.

Los primeros vecinos metieron la llave en la cerradura de sus hogares en junio de 2010. Hace ahora diez años. Curiosamente antes que ellos llegó Leroy Merlin, que abría puertas en diciembre de 2009 con una tienda de 8.000 metros cuadrados que había generado una inversión de 25 millones de euros y una plantilla de diez empleados. Ese día, la entonces alcaldesa, Paz Fernández Felgueroso, hablaba del "punto de partida de la realidad del área de Roces". El complejo comercial se convirtió en el destino que permitió a los gijoneses de otros barrios descubrir qué se iba cociendo al sur de la ronda. Luego llegarían los reformados campos del Llano 2000 y la Federación Asturiana de Fútbol.

A esos pioneros del junio de hace diez años siguieron otras vecinos. Y otros. Y otros. Ahora son casi 5.300 habitantes de los que cerca de mil son niños y niñas en edad de Primaria. Un barrio joven conformado por parejas jóvenes que encontraron lejos del centro histórico la posibilidad de comprar viviendas con los suficientes metros cuadrados como para formar una familia. A lo largo de estos primeros años los vecinos de Nuevo Roces pasaron de acostumbrarse a vivir entre el movimiento de grúas y el ir y venir de camiones a las obras a ver la maleza crecer en las parcelas que la crisis de la construcción dejó apartadas a la espera de un futuro mejor, que parecía haber llegado pero tropezó con el inesperado covid-19 que azota el mundo.

Al paso que la fisonomía del barrio se amoldaba a la realidad de cada tiempo, los vecinos aprendieron a hacer pancartas, organizar manifestaciones y presentarse con sus camisetas reivindicativas en el salón de plenos, un mes sí y otro también, para que los munícipes no olvidaran nunca que "Nuevo Roces también es Gijón", lema repetido hasta la saciedad. Sus reivindicaciones no han ido más allá de exigir lo prometido al colocar aquella primera piedra. Hacer ciudad, ser Gijón. Y ello supone tener equipamientos escolares y sanitarios, accesos para saltar las fronteras físicas que les aíslan del resto del entramado urbano o una línea de autobús. Nada extraordinario. Por eso, mientras los concejales de todos los colores vuelven a sacar el hacha de guerra para ver dónde se instala una estación intermodal de más de 300 millones de euros, en Nuevo Roces se acaba de celebrar como el mejor de los regalos de cumpleaños abrir una pasarela de madera de 250 metros con un coste de menos de 400.000 euros pero que llevan esperando desde 2016 para conectarse a Contrueces. Así son los ritmos en este lugar.

La lucha del presente con la vista en el futuro tiene que ver con conseguir un consultorio médico y un colegio que dé continuidad a la escuela infantil abierta en 2013. El centro sanitario podría ser realidad en 2022 si se cumplen los plazos anunciados tras la reciente licitación de la redacción del proyecto. Y un año más tarde está calculada la fecha para el colegio con un coste estimado de siete millones de euros.

Pero no todo en un barrio son aulas y consultas médicas. Nuevo Roces también se mueve para conseguir que el barrio bulla con la presencia de comercios, negocios de hostelería e, incluso, alguna ubicación empresarial. Como la recién presentada por la firma Ibermutua, que asentará en la zona un nuevo centro de servicios asistenciales y administrativos. Un equipamiento con 30 empleados y cinco millones de inversión que estaría operativo en 2022. Todas esas son piezas de un futuro por el que Nuevo Roces lleva peleando diez años de pasado y presente.

Compartir el artículo

stats