Las más de 200 embarcaciones que integran la flota pesquera asturiana están agrupadas tradicionalmente en cofradías de pescadores. Se trata de un tipo de organización invisible para la Unión Europea, que sólo concede ayudas al sector a través de las denominadas organizaciones de productores, sociedades en las que se han agrupado armadores del País Vasco, de Cantabria y de Galicia, sin que hasta la fecha ese sistema haya cuajado. Ahora el proyecto lo está tratando de relanzar la federación de cofradías de pescadores del Principado de Asturias, un plan que fue analizado el pasado sábado por la Cofradía de Pescadores Virgen de la Soledad, de Gijón, siendo muy bien recibido por la mayoría de los armadores locales.

No todos los barcos con base en Gijón están dispuestos a integrarse en esa organización de productores, que requiere del pago de unas cuotas por sus socios. Por sus condiciones, a esta parte de la flota no le interesa, pero son los menos. La mayoría de las embarcaciones de Gijón están por entrar en la organización de productores que impulsa la Federación, en base a una ya existente pero que en la práctica no funcionaba por el escaso número de barcos.

Para que sea efectiva, sería necesario que la respaldara la inmensa mayoría de los armadores asturianos. Desde algunas asociaciones, como Cercoastur, ya se puso de relieve la desventaja del sector extractivo asturiano frente a los de otras comunidades vecinas por carecer de organización de productores. Uno de los cometidos de estas organizaciones es retirar lotes de pescado de las lonjas cuando bajan de unos precios mínimos, llevarlo a almacenes de frío y venderlo a fábricas por ejemplo de harinas. Una actuación que garantiza un precio mínimo a sus asociados del pescado que subastan, algo que ocurrió este año con el bocarte.