La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Prendes Quirós, inmortal en su Gigia

"Estaría ilusionado y abrumado", sostiene la familia del intelectual y abogado sobre su reconocimiento

Por la izquierda, Marta González, Claudia Prendes, Luis Carlos Prendes, Alejandro Prendes, Carmen Prendes, con su hija Elisa Rodríguez en brazos, y Carmen Veiga, ayer, junto a la estatua de Pelayo, en la plaza del Marqués, con libros de Francisco Prendes Quirós Ángel González

Salvo haber sido embajador de la III República en Portugal o Ministro de la República Ibérica, el país que daría como resultado de la unión de España y el estado luso y del que llegó a diseñar su bandera, no hay un nombramiento que pudiera rivalizar en ilusión para Francisco Prendes Quirós que ser hijo predilecto de Gijón. Al abogado, cronista oficioso de Gigia, como adoraba llamar a su ciudad, ningún aspecto social y político acontecido en ella en los dos últimos siglos le era ajeno. "Estaría abrumado. Quería a Gijón y Gijón le quería a él", apunta parte de la familia del brillante columnista de este periódico, reunida a petición de LA NUEVA ESPAÑA, para valorar el galardón entregado por el Ayuntamiento el día de San Pedro. Carmen Veiga, su viuda; dos de sus hijos, Luis Carlos y Carmen Prendes; su nuera, Marta González y sus nietos Elisa Rodríguez y Claudia y Alejandro Prendes se muestran emocionados.

A Paco Prendes Quirós la muerte le encontró tecleando en su ordenador la mañana del 17 de enero de 2019 cuando contaba 79 años. Dejó huérfana con su marcha a una ciudad que habría gozado de su irónica y humorística prosa si hubiera vivido el confinamiento o el auge de los populismos. Carmen Veiga, su viuda, especula sobre cómo un hombre que madrugaba puntualmente a las cinco y media de la mañana para pasear desde Poniente hasta Punta Lequerica, repasando con su mirada un Gijón que quizás solo él podía comprender con tamaña precisión, habría sobrellevado la cuarentena. "Habría estado andando todo el tiempo por el pasillo", cuenta. Luis Carlos, uno de sus tres hijos, añade: "Estaría agobiado. Preocupado por Gijón y por su país. Era de costumbres estrictas y tener reuniones por Skype no sería de su agrado. Prefería el contacto físico". "Su vía de escape habría sido escribir sin parar", postula su hija Carmen.

Barruntan sus familiares que habría prestado especial atención a los escándalos de la Casa Real. "Le habría pedido a Francisco, mi hermano mayor, que le tradujera la prensa extranjera", dice Carmen, modulando la voz para imitar el tono grave de su padre. "Habría tenido a los gijoneses informadísimos", prosigue. "Lo habría contado con retranca. Tenía mucho sentido del humor", añade Veiga sobre un hombre que llegó a proclamar la III República. Fue en 2007 en un salón municipal abarrotado en presencia de su amiga, la exalcaldesa Paz Fernández Felgueroso, durante la presentación de una de sus obras. Después, cuentan las crónicas, salió a pasear a su perro, "Colás", un vecino más, como Prendes Quirós decía de su can, impolutamente blanco.

"Cuando recuerdo a mi padre, lo que me sale es sonreír", apunta Carmen Prendes. "Era difícil saber cuándo habla en serio y cuando no. Habrá estado serio cuatro veces en toda su vida", recuenta Luis Carlos. Veiga suscribe a sus hijos con una anécdota gloriosa. "Cómo el se despertaba muy pronto, una mañana me levantó diciendo que había muerto el Papa. No le creí porque Juan Pablo I acababa de ser nombrado, pero ya ves. Era cierto", ríe la esposa de Prendes Quirós, al que le sobraban amigos. "Siempre me hubiera gustado saber cómo hablaban y cómo intercambiaban opiniones en el Baizán, a donde acudía con periodistas como Juan Ramón Pérez de Las Clotas o Julio Puente", cuenta Veiga.

La obra de Prendes Quirós fue inabarcable. Lo demuestran las cien cajas de documentación que a su muerte donó al archivo la familia del que fuera líder del Partido Socialista Popular de Asturias -"el gran político de la sociedad civil", en palabras de Pedro De Silva-. "Quería a la ciudad. Cuando murió, tuvo que irme un tiempo por la cantidad de gente que me daba el pésame", apunta Veiga. "Era humilde, habría pensado que no se merecía ser hijo predilecto", remata Luis Carlos, que bromea con el gozo que habría experimentado su padre de haber sido embajador republicano o ministro de la Unión Ibérica. Quizás los dos únicos títulos que, de haberlos ostentado, habrían rivalizado en ilusión en el corazón de Paco Prendes Quirós junto el galardón del hijo predilecto de Gijón que le otorgó el Ayuntamiento por San Pedro, a falta de hacerlo oficial en un Pleno. Solo que a ellos, el andarín, intelectual y antimonárquico abogado nunca pudo aspirar. Al que sí podía, ya lo tiene.

Compartir el artículo

stats