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Casa Paquet se queda sin camas

El lujoso hogar que García de la Cruz diseñó para la familia de consignatarios será oficina municipal tras el fallido plan para convertirse en albergue

De izquierda a derecha, la capilla, detalle de una vidriera y uno de los salones de la Casa Paquet, durante su remodelación. MARCOS LEÓN

"¡Paqué, vive en el muelle!" Esa era la contestación desabrida al estilo playu con que se encontraba quien negase una petición al grito de "¿Tú pa qué lo quies?". Una curiosa frase del "gijonesismo" que se recopila en el libro "¡Cómo nos explayamos los playos: decires, refranes y cantarinos de chigre de Gijón" de Dionisio Viña, vinculándola a la ubicación en los muelles locales de la consignataria fundada por la familia Paquet en el edificio compartido con la vivienda familiar. Hace años que esa frase cayó en el olvido, pero ahora mismo la Casa Paquet está en boca de todos. Su futuro acaba de dar un giro.

Completada la reforma que iba a convertir parte del inmueble en albergue de peregrinos a través de un proyecto y un contrato firmado en los tiempos de Carmen Moriyón, el gobierno compartido de PSOE e IU ha dado por desestimada esa opción y diseñado un nuevo futuro para la casa donde no tienen cabida camas ni literas. Si no hay cambios la planta baja estará ocupada por la oficina municipal de turismo y los espacios habilitados para acoger peregrinos lo que acogerán será a trabajadores municipales. La Casa Paquet será otro de los edificios administrativos del Ayuntamiento.

Alberto Paquet encargó el proyecto de su casa familiar al arquitecto Miguel García de la Cruz en 1918. "Un proyecto que sintetiza historicismo renacentista y regionalismo montañés", en explicaciones del historiador Héctor Blanco en su libro sobre el arquitecto. El edificio se terminó en 2020 y, externamente, se conserva casi igual. Incluido ese balcón esquinero con vistas al mar que es una de sus señas de identidad.

El acusado desnivel de cinco metros entre las calles de Claudio Alvargonzález y Óscar Olavarría se utilizó para dar un uso diferenciado a las dos partes del edificio: la inferior como sede de la consignataria de buques de la familia y la superior, dos plantas más el bajo cubierta, como vivienda unifamiliar. El valor del inmueble original iba más allá de su exterior. En el interior no se escatimaron gastos. Dicen los expertos que el baño principal era una auténtica pieza de museo. Y, en general, que la casa es el mejor ejemplo de palacio urbano de inspiración renacentista de Asturias.

Los usos de la Casa Paquet incluyeron también ser la sede del consulado francés, del que han sido responsables varias generaciones de la familia. Pero hubo más. Un legado testamentario en los años sesenta del siglo pasado llevó la propiedad a las manos de lo que ahora se llama Instituto Catequista "Dolores Sopeña" conocida antes como Oscus (Obra Social y Cultural Sopeña". Una entidad de origen religioso fundada en 1902 por María Dolores Rodríguez Sopeña, que fue beatificada en 2003 por Juan Pablo II. La estrecha relación entre Alberto Paquet y el entonces arzobispo de Oviedo, Francisco Javier Lauzurica, fue sustancial para esa donación. Oscus dedicó ese singular edificio de Cimadevilla a centro de formación y atención social a mujeres. Una actividad que cesó alrededor de 2006 abriendo la puerta, años después, a un intento de venta que no llegó a ningún puerto.

Es con el Instituto Catequista como propietario con quien firma la alcaldesa Carmen Moriyón en 2016 un contrato de arrendamiento. El Ayuntamiento se convertiría en inquilino del espacio por 25 años, pagando un canon anual de 18.000 euros (sin IVA) y haciendo obras por una cuantía máxima de 620.000 euros sin impuestos. El uso estipulado en ese contrato para la casa era de albergue del Camino de Santiago, centro de información turística sobre el Camino y Gijón y sede de eventos culturales, turísticos y formativos. Con esas premisas se sacó a licitación la reforma, que llegó a la constructora Bauen por una adjudicación de Junta de Gobierno de octubre de 2017 , y al arquitecto Álvaro Ron. El futuro albergue se diseñó para ocupar 1.220 metros cuadrados de superficie construida distribuida en tres plantas -cada una de 413 metros cuadrados- con una oferta de 58 plazas para pernoctar divididas en 14 habitaciones. Las tres plantas del edificio se conectarían por una escalera interior de nueva construcción. La previsión es que abriera sus puertas en 2018.

No lo hizo, ni lo hará. El gobierno de Ana González dejó claro desde el primer minuto que no le gustaba el edificio para albergue de peregrinos, en contra de la opinión mayoritaria de la oposición municipal. Su mayor justificación es que no es un espacio accesible. El presente de la Casa Paquet, mientras el albergue se va al edificio de Vicasa en La Calzada, es un principio de acuerdo entre el Ayuntamiento y el Instituto para repartirse a partes iguales los flecos económicos de la rehabilitación y cambiar las condiciones del contrato eliminando la obligatoriedad del albergue. Solventado todo eso ya podría volver a tener vida. La primera, en pocas semanas, como escaparate de Gijón para todo turista que busque un folleto.

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