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La jueza desprecinta el piso de Lorena Dacuña y descarta reconstruir el crimen

La instrucción del caso, que mantiene en prisión a José Manuel Sánchez, de 49 años, como único acusado, está "a punto de concluir"

José Manuel Sánchez Merino.

La magistrada al frente del Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Gijón ha ordenado esta semana el desprecinto del piso de la calle Callao número 6 en el que murió asesinada a puñaladas la limpiadora gijonesa Lorena Dacuña, de 41 años, a manos de su expareja, José Manuel Sánchez Merino, de 49, tal y como él mismo confesó cuando fue detenido por la Policía. Esta decisión, comunicada ya a las partes implicadas en el proceso, llega después de que la familia de la víctima, que ejerce la acusación particular, solicitase la devolución de las llaves de la vivienda, tal y como adelantó LA NUEVA ESPAÑA, dado que la fallecida vivía allí de alquiler y a ella ha accedido la jueza. No obstante, eso implica que finalmente no se realizará la reconstrucción de este crimen machista que conmocionó a toda la región.

La investigación judicial, que mantiene en prisión preventiva al camarero gijonés -está preso en el Centro Penitenciario La Moraleja, en Dueñas, Palencia-, está ya en sus momentos finales y son ya muy pocas las diligencias que quedan por completar. Más rápido aún se terminará esta fase al descartarse la reconstrucción del crimen, que parece estar meridianamente claro. Es más que posible que en pocos meses se transforme la causa en Tribunal del Jurado, lo que acercaría en el tiempo la celebración del juicio al que se enfrentará Sánchez Merino.

El crimen de Dacuña se cometió a primera hora del 2 de febrero, domingo, después de una noche en la que la víctima salió a cenar con una amiga y luego congenió con un hombre portugués que la acompañó a casa y que salió huyendo al ver a Sánchez Merino en el rellano del piso, una huida por la que la familia de Dacuña quiere sentarle en el banquillo acusado de un delito de omisión del deber de socorro. El cuerpo se halló al día siguiente, al mediodía del lunes, por el entorno cercano de la fallecida, preocupados porque no diese señales y por no haber ido a trabajar. Ya el día 5 se detuvo al sospechoso, escondido en una habitación alquilada en un piso de la calle San Luis, justo delante del parque de Zarracina.

El único acusado reconoció haber matado a Lorena Dacuña cuando la vio besándose con otro hombre, pero lo cierto es que llevaba un cuchillo en su mochila cuando se decidió a ir a buscarla desde la zona de Fomento hasta un karaoke de La Calzada. Lo hizo en un autobús búho. Él relató que llevaba el arma por si tenía problemas con el supuesto novio de su expareja. No obstante, ese cuchillo que portaba se rompió por el mango y no dudó en ir a la cocina para coger otro, y eligió el de mayor hoja -de 12 centímetros de largo y 3,5 de ancho- para asestarle veinte puñaladas a Lorena Dacuña. Una de ellas, perforó el pericardio y el ventrículo izquierdo. Resultó mortal.

José Manuel Sánchez Merino, con antecedentes por malos tratos a otras parejas y con experiencia en prisión, permanece encarcelado y acusado del asesinato de Dacuña, aunque todavía falta conocer las penas que solicitarán la Fiscalía y la familia de la víctima, así como las dos acusaciones populares que se han personado en el procedimiento: la Abogacía del Estado y la asociación Abogadas para la Igualdad. Todo apunta a que será procesado por un delito de asesinato. La defensa, en cambio, tratará de rebajar esa calificación a un delito de homicidio, pero será un jurado popular quien vaya a esclarecer lo ocurrido aquella madrugada de febrero. La autopsia dice que ella se defendió.

La otra pieza del puzzle es el acompañante portugués que llegó con Lorena Dacuña al piso de la calle Callao. Se personó en comisaría cuando supo que le estaba buscando -una semana después- y declaró que salió de allí corriendo al ver aparecer a Sánchez Merino pegando gritos e insultos. "Creí que era el marido, entré en pánico y eché a correr; siento mucho lo que pasó", declaró este individuo, de 43 años y natural de Alenquer, Lisboa. En la instrucción del Juzgado de Violencia figura como testigo, pero no como investigado, aunque deberá comparecer siempre que se le requiera. En cambio, la familia de Dacuña sostiene que pudo haberla ayudado y no lo hizo.

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