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Las denuncias por presencia de ratas se disparan después del confinamiento

Emulsa tantea a empresas en busca de un sistema innovador que facilite "atajar el problema"

Una de las operarias del servicio de desratización. Juan Plaza

Emulsa está dispuesta a probar de todo con tal de librar de ratas las calles de la ciudad. Una batalla en la que parecen ir ganando los roedores. Pese a los esfuerzos del equipo de desratización de la Empresa Municipal de Servicios de Medio Ambiente - que ha llegado a doblar e incluso triplicar personal según las necesidades- las reclamaciones ciudadanas por la presencia de roedores no han dejado de crecer en los últimos dos años alcanzando su mayor intensidad durante las semanas de confinamiento por el estado de alarma.

El último movimiento de Emulsa es hacer una consulta de mercado entre las empresas para recabar información sobre técnicas innovadoras de control de plagas de roedores. Consulta de la que quieren obtener la información que les permita delimitar las condiciones de un posible contrato por dos años y 65.000 euros con una empresa externa que les de ayuda.

En los antecedentes de esa consulta se explica que “todos los esfuerzos y recursos aplicados no se han traducido en un descenso en las reclamaciones por lo que conviene buscar otras soluciones capaces de atajar el problema”. Y se recuerda que el actual planteamiento de uso masivo de biocida es contrario a la filosofía de la ley de control integral de plagas. Otro elemento a tener en cuenta.

¿Por qué se ven tantas ratas ahora en Gijón? Más que una razón hay una suma de varias razones. Para empezar, y en general, los expertos entienden que la subida de temperaturas provocada por el cambio climático favorece que los roedores tengan más crías. Tampoco es ajeno al problema el hecho de que, en Gijón, muchas personas tengan la costumbre de dejar comida en las calles para gatos y palomas lo que favorece que los roedores no tengan el más mínimo problema para encontrar alimento. Y, a todo ello, se une que las calles vacías durante el estado de alarma parecen haber animado a los roedores a salir de sus escondites con total confianza.

De media el equipo de desratización de Emulsa, integrado inicialmente por dos personas, coloca unas 1.200 trampas con bromadiolona, que es una combinación de parafinas y cereales. Los cebos se colocan siempre en los conductos de saneamiento de zonas públicas y atendiendo, por un lado, al plan de trabajo establecido y, por otro, a las peticiones directas de vecinos sobre problemas en un espacio concreto. Solo en casos excepcionales se colocan los cebos en otros espacios, como parques, y siempre con elementos de seguridad y en cantidades que hace casi imposible que, por ejemplo, se pueda envenenar un perro. No actua Emulsa en locales ni solares privados aunque sí puede plantearse una operación de desratización en su perímetro en caso de petición vecinal.

A lo largo de los primeros cuatro meses de este año Emulsa registró 200 llamadas de vecinos alertando de la presencia de roedores. Falta actualizar el registro pero la media de los últimos años ha sido de alrededor de 770 incidencias ante el servicio de desratización. No hay datos estadísticos sobre los roedores que se exterminan en cada campaña pero está contabilizado desde Emulsa el gasto anual de 1,8 toneladas de cebo raticida. Cada cebo lo forman seis bolsas de 20 gramos.

Avanzar en la desratización de la ciudad con un plan espeical de trabajo no es solo un cometido de Emulsa sino una de las prioridades que se le fijaron en el denominado plan de barrios.

El objetivo

Rata de alcantarilla. El “rattus norvegius” puede llegar a medir 30 centímetros y pesar medio kilo. Necesitan agua cerca y comen de todo. Al día devora el equivalente al 10% de su peso. Vive entre tres y cinco años y una pareja puede tener cien crías.

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