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El Parchís da misteriosas calabazas

Los operarios municipales no cortarán la plantación que un vecino creó durante el confinamiento en un jardín de la plaza

Por la izquierda, Bárbara Peralta, Silvia Camacho, María de Gracia Ramos y Estrella Peralta, ayer, frente a las calabazas de la plaza del Instituto. JULIÁN RUS

La historia empezó como puede hacerlo un relato de Agatha Christie o una película de Alfred Hitchcock: con cierto misterio. Durante la cuarentena, en una de las jardineras de la gijonesa plaza del Instituto, aparecieron unos pequeños brotes verdes sobre la tierra. Ningún responsable de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Gijón había plantando semillas o abonando porque no era un momento de dedicar esfuerzos a cuidar los parterres. Con el tiempo, se ha sabido que algún ciudadano anónimo plantó en ese lugar calabazas. Ahora, su "creación" es motivo de expectación para decenas de los paseantes que transitan a diario por el céntrico enclave, hasta el punto de que los operarios municipales han renunciado a retirar las plantas.

Para muchos viandantes, las calabazas se han convertido en un atractivo más del Parchís. Otros, por el contrario, critican que el Ayuntamiento las haya dejado crecer. "Estas cosas deberían estar más controladas, no veo bien que cualquiera pueda plantar lo que quiera en el centro de la ciudad", asegura Inés Hidalgo, una habitual de la plaza del Instituto. Los operarios creen que el "agricultor anónimo" eligió estas fechas porque "son las mejores para el cultivo de la calabaza (concretamente, el mes de mayo)". Lo que sigue siendo una incógnita es por qué escogió un jardín de la plaza del Instituto.

"Debería haber alguna normativa para controlar esto", comenta Hidalgo. Pilar González tampoco comparte la idea de dejar que crezcan las plantas. "El Ayuntamiento tiene que organizar y establecer algún tipo de plan para plantar de forma consciente y controlada, a ser posible, vegetación y flores que resulten bonitas", afirma.

Pero para otros muchos, las calabazas no suponen ningún problema. La mayoría de los paseantes se muestran sorprendidos al saber que fue un desconocido el "padre" de estos frutos. También hay otros a los que les parece "positivo" que se fomenten este tipo de acciones. "La tierra estaba ahí y el Ayuntamiento no iba a hacer nada en ese hueco de la plaza durante mayo, así que lo veo muy bien. Me parece una gran idea", explica Miguel Castaño, un viandante que apoya sin dudar la decisión del Consistorio.

Exceptuando la época de Halloween, nunca unas calabazas dieron tanto de que hablar en el centro de Gijón. Durante las próximas semanas seguirán llamando la atención de aquellos que, a su paso por la plaza del Instituto, vean su progreso. Por el momento, es una incógnita si llegarán a dar fruto a finales del verano.

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