Los 140.000 metros cuadrados de Poniente en bajamar -son 60.000 con marea alta- fueron ayer insuficientes para acoger a todos los bañistas que quisieron disfrutar de la playa a primera hora de la tarde, en una de las jornadas más calurosas del año. Por primera vez en este atípico verano, los accesos al arenal quedaron cerrados por exceso de aforo, de acuerdo a las normas introducidas para evitar contagios por coronavirus. Fue durante hora y media, un tiempo que los controladores dedicaron a informar a decenas de usuarios que no podían entrar a la arena debido a las aglomeraciones que se produjeron, sobre todo, junto a la orilla. "Había mucha gente, sobre todo, al lado del agua", indicaron algunos bañistas.

En torno a las cinco de la tarde, las nueve escaleras que facilitan el acceso a Poniente empezaron a echar el cierre de manera progresiva ante la llegada masiva de bañistas. En torno a las seis y media, el arenal estaba cerrado al completo. No fue tanto una cuestión de falta de espacio como de reparto de los bañistas a lo largo del arenal. "Cuando llega la gente, les recomendamos estar cerca de la entrada, más lejos de la orilla, pero la mayoría no hace caso y se van hacia el fondo", explicó Antonio Prieto, coordinador del equipo de controladores de Poniente. "Tuvimos que cerrar porque no podíamos garantizar la distancia de seguridad entre grupos en la zona cercana a la orilla", añadió. Por ese motivo, el equipo de acomodadores, que normalmente acaba su jornada a las siete de la tarde, se quedó hasta las ocho.

Las aglomeraciones de bañistas en la orilla, no obstante, pasaron desapercibidas para muchos usuarios que salían de la playa mientras se producía el cierre. "Llegamos a la playa a la una de la tarde y sí notamos la llegada de mucha gente, pero no entendemos por qué restringen la entrada ahora que ya descongestionó la afluencia de gente", comentaban Félix Miguel Sirgo y su mujer, Maribel Álvarez. "En la zona en la que nos pusimos había sitio de sobra", añadían.

José Manuel Menéndez, que acude a la playa sólo para dar unos largos en el agua, cuenta que estuvo a punto de avisar a los controladores cuando dejó su sitio al considerar que "cogían como mínimo dos personas con espacio suficiente entre otros grupos". "No creo que hubiera una gran masificación", añadió.

El cierre gradual de la playa cogió a Laura Castro ya dentro de la playa. Fue una de las afortunadas que consiguió acceder a la arena poco antes del cierre. "Me avisaron de que entrase por la escalera 4 o en adelante", relataba. La clausura de Poniente es la primera este verano que se da fuera de San Lorenzo, donde la prohibición de acceder se ha tenido que aplicar ya en varias ocasiones, sobre todo, cuando hay pleamar.