"Crónica de una muerte anunciada". Así califica Adrián Guisasola lo ocurrido con "O' Culo Moyáu", comparsa de la que fue miembro desde su fundación, hace 32 años, y que ahora, tras haberse ausentado en los desfiles de los dos últimos carnavales, cuelga el disfraz para siempre. Con una gran nostalgia, este amante del Antroxu y uno de los principales impulsores del colectivo cuenta cómo una complicada entrada al quirófano le hizo tomar la decisión de dejar la dirección en 2018, año en el que desfiló el grupo por última vez. "En la asamblea expliqué que ya no estaba para más desfiles. Quería conseguir un relevo generacional, alguien joven que me sucediese, pero nadie quiso tomar el mando y, por eso, ahora nos disolvemos", explica Guisasola.

La emblemática charanga gijonesa, con sede en la calle Alarcón y ganadora durante diez años consecutivos del primer premio del concurso de la ciudad, ha pasado de ser "una agrupación legendaria" a verse en la obligación de mal vender e incluso regalar los complementos de los disfraces que algún día les convirtieron en los mejores. Chisteras, boas, instrumentos, estandartes, tocados, túnicas... El arsenal carnavalesco acumulado en su local de ensayos desde 2002 pasa ahora a mejor vida "envasado en cajas".

La noticia ha llegado ya a charangas amigas, antiguas "rivales" en el concurso de Antroxu, que despiden con pesar a uno de los colectivos más veteranos. Alfonso Pita, que coordina "Xaréu nel Ñeru", la ganadora del concurso los dos últimos años, reconoce que le sabe mal decir adiós a otra charanga con solera: "Por su música, sus trajes... Fueron un referente por el que sentimos siempre admiración y respeto, a pesar de que en los últimos años no concursaran. Una comparsa líder", señala.

Marcos González, hijo de charangueros, ex-miembro de "Kop'a Vino" y fundador de la novedosa agrupación "La última y marchamos", también ha recibido el anuncio con cierta amargura: "Es una pena porque el cierre de comparsas como 'O'Culo Moyáu' demuestran que, mientras el Carnaval de Gijón sube de nivel cada año, poco a poco se pierde el interés por esta tradición". "La cosa va a menos, y teniendo en cuenta todas las restricciones que tendremos a partir de ahora, mucha más gente abandonará", vaticina.

La pandemia ha supuesto la puntilla para "O Culo Moyáu", que llevó al Antroxu gijonés por medio mundo. El grupo importó instrumentos desde Estados Unidos y Andorra, desfiló con carrozas y tranvías, viajó a Tenerife para practicar batucada, y a Barcelona para comprar telas de fábrica. "Por nuestras filas han pasado más de 500 charangueros y charangueras" cuenta Guisasola, que ha dedicado más de media vida al Antroxu.

Desde sus inicios, "O' Culo Moyáu" revolucionó el Carnaval de la ciudad por traer a sus calles el estilo refinado de festejos de otras latitudes tan emblemáticos como el de Brasil o Tenerife, y atreverse a romper con el tradicional gusto por la mitología asturiana entre el jurado del desfile. El próximo Carnaval, que seguro será atípico, notará su ausencia.